Paul Volcker escribe en el blog de la New York Review sobre cómo evitar un bloqueo en la política económica norteamericana en los próximos cuatro años (aquí, en inglés). Su tema es cómopueden ponerse de acuerdo los políticos en la forma de reducir el déficit público norteamericano, cuando los dos grandes partidos tienen posiciones radicalmente enfrentadas sobre el tema, como se ha puesto de manifiesto en los últimos años.
Ese no es el tema que me preocupa aquí, pero encuentro en el artículo algunas ideas interesantes sobre cómo llevar a nuestros políticos a un diálogo constructivo entre ellos, condición necesaria para que se puedan tomar las medidas adecuadas para nuestros problemas.
- «Debemos mirar hacia adelante. ¿Dónde está el terreno sólido sobre el que construir, para restaurar un sentido claro de interés y de propósito nacional, para restaurar la confianza en el proceso político y en el gobierno», dice Volcker. O sea: cómo conseguir que los políticos quieran actuar de acuerdo con los estándares de servicio al país que los ciudadanos esperamos de ellos? Porque «no tenemos simplemente un problema financiero, un problema de equilibrio económico y de estructura: tenemos un problema más fundamental, de gobernanza efectiva».
- «Las grandes políticas y las grandes estrategias no con muy relevantes sin los recursos y las capacidades para ponerlas en práctica y gestionarlas».
- «¿Podemos encontrar una base intelectual y política para una acción concertada sobre los temas económicos y financieros…?» Supuesto que los políticos estén dispuestos a limar sus diferencias, hace falta encontrar esa base mínima de acuerdo. Y no solo entre ellos, sino entre todos los estamentos de la sociedad. Y si los políticos no colaboran, seguramente tendremos que meter a otros jugadores en el partido, lo que solemos llamar la sociedad civil: asociaciones de empresarios, sindicatos, centros de investigación, asociaciones profesionales, universidades, medios de comunicación, creadores de opìnión, expertos,…
- «¿No es posible? La cuestión´, más bien, es: ¿podemos tomarnos el lujo de no hacerlo?»
Parece que se han puesto manos a la obra…