Este es el título de mi artículo de hoy en El Periódico (aquí), tomado de un programa de radio de la cadena SER de los años sesenta y setenta. Quiere ser un elogio de las personas, empresas e instituciones que lo están haciendo muy bien en esta crisis –en todas las crisis hay muchos «formidables». Es una protesta, más o menos explícita, contra los que todo lo ven mal, no porque ellos lo vean mal, que están en su derecho, sino a los que lo hacen por una actitud, digamos, ideológica (si las cosas se están arreglando, hay menos razones para salir a la calle a protestar, para echar la culpa a otros, a los banqueros, a los políticos, a la señora Merkel o al capitalismo, que claro que tienen culpa, pero no solo ellos).
Son formidables las familias que están sosteniendo a sus miembros en paro, quejándose, como es lógico, pero sosteniéndolos. A las que ayudan a los vecinos con problemas, bien manifestándose contra los desahucios, bien dando su ayuda económica a un comedor de caridad o a unas personas necesitadas. A los trabajadores que, como las empresas tienen dificultades, aprietan los dientes, trabajan más y tratan de salir adelante, ellos y su empresa –quejándose, claro, pero trabajando más y mejor. Y a los que se aprietan el cinturón, que no están los tiempos para excesos.
Son formidables las empresas que, ante la caída de la demanda y del crédito, se han lanzado a explorar nuevos mercados (casi el 50% de las exportaciones españolas va ahora fuera de la Unión Europea), mantienen el empleo como pueden y siguen al pie del cañón. Como he dicho otras veces, son ellas las que nos sacarán del atolladero. Y aprovecho para recordar las fortalezas que se ocultan en ellas: buen tejido empresarial (no en todas partes, claro), capacidad de trabajar bien, mano de obra cualificada y productiva…
Hay más formidables. Y muchos contraformidables, si se me permite la expresión. Políticos que siguen jugando a la corrupción, porque su patrimonio es más importante que el bien común; banqueros que, a estas alturas, no han dado una explicación de cómo tomaban sus decisiones en los años de la burbuja y que no han sabido tener la gallardía de hacer frente al problema de los desahucios hasta que estos han estallado en la calle; gobernantes que no han dado explicaciones de sus errores y que no saben renunciar a sus objetivos personales o de partido para colaborar en la solución de los problemas de la sociedad; sindicatos que no han sabido hacer el examen de conciencia necesario para entender su parte de culpa en lo que ha pasado; familias de altos ingresos que han reaccionado a la crisis con la actitud egoísta de sacar su dinero del país, no sea que tengan que pagar más impuestos…
Pero mi objetivo en el artículo citado no era criticar a los contraformidables, sino alabar a los formidables, y pedirles que aguanten, que sigan colaborando. Porque, al final, nos sacarán adelante a todos.
El factor humano de vernos nosotros en el otro , de hacer lo que no se hace pero hacerlo porque es correcto, en mi tema el otro dia me quedo algo que comentarle, para deudores hipotecarios, de vivienda unica , es factible que el estado, que salva los bancos , exija a estos hacer un bono negociable hipotecario para refinanciar estas hipotecas a precio de mercado mas intereses de pago , con estos bonos el
El factor humano de vernos nosotros en el otro , de hacer lo que no se hace pero hacerlo porque es correcto, en mi tema el otro dia me quedo algo que comentarle, para deudores hipotecarios, de vivienda unica , es factible que el estado, que salva los bancos , exija a estos hacer un bono negociable hipotecario para refinanciar estas hipotecas a precio de mercado mas intereses de pago , con estos bonos el estado recupera el salvataje y refinancia la deuda a los deudores sin estos tener que perder la casa, esto nacio de una situacion personal que aplique y me funciono, muy bueno su comentario los solidarios y los corruptos dos extremos de una sociedad. un abrazo