No cabe duda de que la confianza es una cualidad que no está en su mejor momento, al menos en nuestro país y en los ámbitos económicos, políticos y mediáticos. Algunos proponen el diálogo como un gran medio para recuperar la confianza. No me parece mal, aunque sospecho que el diálogo solo no basta, si no nos fijamos en el contenido de ese diálogo.
R.C. Mayer, J.H. Davis y F.D. Schoorman publicaron en The Academy of Management Review en 1995 un artículo sobre el tema, titulado «An integrative model of organizational trust», que se ha convertido en un clásico, al menos en cuanto a la confianza en las organizaciones. Ellos dicen que la confianza es cuestión de tres cosas: capacidad, benevolencia e integridad. Capacidad: si pongo mi vida en manos de un cirujano es porque me parece que tiene la capacidad necesaria para llevar a cabo una operación quirúrgica con éxito. Benevolencia: sus motivos y objetivos son los adecuados, al menos en el contexto de la operación en cuestión; con otras palabras, en la mesa de operaciones pondrá mis intereses por delante de los suyos. E integridad: sus principios éticos son más o menos comunes con los míos. Quizás falta algo: las virtudes que espero tenga mi cirujano, porque no bastan los principios si luego él no sabe o no quiere ponerlos en práctica.
Pensaba en todo esto cuando reflexionaba sobre la falta de confianza en el mundo político. ¿Tienen la capacidad necesaria? ¿Todos ellos, incluyendo los jóvenes leones que no han conocido otra profesión que la de miembros de la organización de un partido? ¿Procuran ponerse al día, como hace mi cirujano? ¿Ponen los intereses de los ciudadanos por delante de los suyos y los de su partido? ¿Tienen principios morales sólidos? ¿Viven de acuerdo con ellos? Bueno, pues claro…
absolutamente de acuerdo profesor Argandoña, los tres principios comentados en el artículo de referencia pueden conducirnos perfectamente a un caso de iatrogenía, siguiendo con su simil médico, concepto perfectamente extensible a todos los ámbitos del ser humano. Sin virtud, o mejor dicho virtudes, en plural, que no es otra cosa que aquel espacio que tenemos entre el conocimiento, la habilidad y el querer hacer las cosas, y sobretodo,con la voluntad, empeño, renovación y determinación en ser cada día mejores personas y mejores profesionales.