Raghuram Rajan, profesor de la Universidad de Chicago, mencionó hace poco en su blog la importancia de las políticas de oferta para salir de la crisis actual (aquí, en inglés). Señala que hay economistas que piensan que nuestro problema hoy es la falta de demanda; él se refiere a Estados Unidos, pero vale también para España. Si el problema es la falta de demanda, lo que hay que hacer es aumentarla. ¿Cómo? Mediante políticas fiscales y monetarias expansivas. Las fiscales consistirán en bajar los impuestos o aumentar el gasto público; esto es más fácil en Estados Unidos que en España, donde nuestro gobierno no tiene dinero para financiar el mayor déficit que la expansión fiscal provocaría, como prueba la elevada prima de riesgo. La otra alternativa es la política monetaria: bajar los tipos de interés para facilitar que los bancos puedan prestar más. Esa es, al menos, la política monetaria convencional, que ahora no funciona: los tipos de interés son casi cero y los bancos no tienen gran interés en meterse en los riesgos de aumentar el crédito al sector privado.
Hay otra manera de ver la crisis actual: es un problema de oferta. ¿Acaso no hay capacidad productiva ociosa? Sí, mucha, pero Rajan hace notar que no necesariamente en los sectores en que hace falta. En el caso de España, por ejemplo, desarrollamos hasta 2007 mucha capacidad en la construcción y el inmobiliario, pero la demanda no va ahora por ahí, ni reanimará a esos sectores si la animamos mediante políticas macroeconómicas generales, como una rebaja del IRPF, un aumento del gasto público o unos tipos de interés más bajos.
Rajan propone que el fomento de la demanda que, sin duda, vendría bien (cuando la capacidad de gasto de las familias se ha reducido, conviene impulsar el consumo), vaya acompañado de medidas de fomento de la inversión, la producción y el empleo en los sectores en los que la demanda va a crecer, ahora o dentro de poco. Y como no sabemos qué sectores van a ser esos, lo lógico es llevar a cabo reformas estructurales que faciliten la reubicación de la producción, del empleo y de la inversión: la moderación salarial, la movilidad laboral, el predominio de los convenios de empresa sobre los de sector… Y, muy importante, facilitar la liberación de inversiones ya hechas y no productivas, en beneficio de las productivas. Por ejemplo, facilitar la reducción del precio de la vivienda, no para promover más construcción de viviendas, que no hacen falta, sino para liberar los recursos que hacen falta en otros sectores. Esto es doloroso para algunos claro, pero necesario para otros.
Antonio Argandoña es Profesor Emérito de Economía del IESE.
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