Hace años tuve ocasión de charlar sobre la corrupción con grupos de empresarios en dos localidades españolas (no digo cuáles, para no herir susceptibilidades). En uno de esos grupos levantó la mano un directivo y me dijo: Sí, claro, todos pagamos, es lo normal, es lo que hay que hacer, no queda otro remedio. En el otro, fue una directiva: Sí, claro, todos pagamos; está mal, es inmoral e ilegal, pero no queda otro remedio. Todos pagaban, algunos con conciencia de hacer algo mal, otros con conciencia adormecida por dos argumentos: todos lo hacen (lo hacemos) y no queda otro remedio.
Me he acordado de esto leyendo hoy una noticia en el Financial Times (aquí, en inglés) en la que cuenta que el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi ha defendido los sobornos: «Son un fenómeno que existe –y no tiene sentido negar la existencia de situaciones en que es necesario pagar cuando estás negociando con países y regímenes del tercer mundo» (parece que le falta información sobre lo que ocurre en el primer mundo). «No son delitos», afirmó Berlusconi, sino «comisiones«.
Berlusconi tiene razón: la corrupción existe. Pero el ser y el deber ser no tienen por qué coincidir: también la gente roba y mata y miente, y no nos parece que esto sea deseable, al menos por las consecuencias que esto tiene para las víctimas, para la sociedad y, muy importante, para los ladrones, asesinos y mentirosos. Otra cosa es que nos convenga pasar de largo sobre el problema de la corrupción: luchar contra ella no suele ser sencillo, ni barato, y el directivo se siente presionado por sus accionistas.
Berlusconi tiene razón: a veces no queda otro remedio que pagar. Pero esto no quiere decir que esta sea una situación justa y deseable. Claro que conviene a corto plazo al que espera conseguir un buen contrato o una interesante concesión, mediante el pago de una «comisión». Pero no conviene a la sociedad, ni a la propia empresa a largo plazo.
Dejemos, pues, de escudarnos en el «todos lo hacen» y en el «no queda otro remedio», y dediquemos nuestros esfuerzos a poner los medios para que nunca más tengamos que pagar «comisiones».
Estimado Antonio: Soy antiguo alumno de PDD y abogado y sobre este tema tuve una interesante discusión con el Profesor Fontrodona, respecto a si era «ético» pagar «comisiones» exigidas por según qué sátrapas del tercer o del primer mundo (que de todo hay) para «salvar» un bien superior: los puestos de trabajo o la empresa. Yo decía como abogado que parte del marasmo de corrupción que estamos viviendo también y sobretdo en España era debido a que nos perdían los eufemismos y no mirábamos las consecuencias jurídicas. Si yo pienso pago «comisiones» para favorecer un bien superior puedo hasta justificarme… si todos lo hacen, yo hago bien!!! SI PIENSO, PAGO UN SOBORNO Y ESTO SI SE DESCUBRE ME PUEDE LLEVAR A LA CARCEL LUEGO SOY UN DELINCUENTE Y TODOS LOS DEMÁS TAMBIÉN… A QUE NOS LO PENSAMOS MÁS???
Hola Antonio, soy ex-alumno del IDE Business School en Ecuador, un país donde la triste realidad de la corrupción nos desborda. Una cosa es para una empresa del 1er mundo «perder» algún negocio por intentar «poner los medios», y aún así habrán muchas otras oportunidades de hacer negocios. Pero otra cosa es vivir en un país emergente y «perder» todos tus negocios especialmente cuando el Estado es tu principal cliente. Qué «medios» podemos poner? Tienes alguna sugerencia o anécdota con la que nos puedas ilustrar?
Comparto la reflexión. En este sentido, copio enlace a un reciente post en mi blog: http://www.ruizdealba.com/noticia/570/antes-nos-faltarn-lgrimas-que-motivos-de-dolor