Los hijos como externalidad (con perdón)

Perdón por el abuso de un vocablo técnico, el de externalidad, muy usado en economía. Una externalidad o efecto externo es el impacto que tiene una acción sobre alguien que no participa directamente en una relación económica con el que lleva a cabo aquella acción. Si el vendedor sube el precio de su producto, perjudica al comprador, pero entre ambos hay una relación, real o potencial, de mercado: eso no es una externalidad. En cambio, si el fabricante de un producto contamina la atmósfera, perjudica a los vecinos (a veces muy remotos) con los que no le une ninguna relación de mercado: eso es una externalidad negativa.

Cuando se produce una externalidad negativa, alguien se ve perjudicado por la acción de otro, de modo que puede ser lógico que el causante (el contaminador) compense al perjudicado (según el principio: el que la hace la paga), o que se establezca un procedimiento para que el daño se minimice (impuestos sobre las actividades contaminantes o límites al uso de tecnologías que contaminan). Y lo contrario ocurrirá en las externalidades positivas, aquellas que benefician a otros: por eso, por ejemplo, subvencionamos la educación, al menos en la medida en que la elevación del nivel intelectual y cultural de nuestros estudiantes se proyecta sobre toda la sociedad (lo que no significa que toda la educación deba ser gratuita).

Supongo que a muchas familias les molestará que se califique a sus hijos de «externalidad positiva». Pero lo son. Un amigo mío me contaba que su familia numerosa se veía fiscalmente perjudicada por partida doble: primero, en los años en que él tenía que cuidar y educar a sus hijos, porque esto le obligaba a tener unos ingresos más altos, que tributaban generosamente por el impuesto sobre la renta (las desgravaciones y ventajas no compensaban este efecto), y luego, cuando sus hijos empezasen a ganarse la vida, porque tendrían que pagar altos impuestos para hacer frente a las pensiones de él y de su mujer, pero también las de otros muchos jubilados que no tendrían hijos.

Me acordaba de esto leyendo algunas de las críticas que se han dirigido recientemente al Ministro del Interior español por sus declaraciones acerca de la improcedencia de conceder ventajas fiscales a las uniones de personas del mismo sexo, con el argumento de que no contribuyen al desarrollo de la población. Me parece que es una forma de declarar que los hijos son una externalidad positiva –y vuelvo a pedir perdón a los padres ofendidos por la expresión.

A estas alturas, con la población española ya en clara reducción (difícil de detener, al menos durante muchos años), la externalidad positiva de los hijos ha pasado a ser importante, nos guste o no: para la contribución a los presupuestos públicos, para el sostenimiento de las pensiones, para la estructura cultural de nuestra sociedad, para la posibilidad de innovar (cuantos más jóvenes haya en nuestras escuelas y universidades, más probable es que aparezcan nuevas estrellas científicas o técnicas), etc. Otra cosa es cuál es el mejor procedimiento para llevar a cabo esa política natalista. Tengo mis dudas sobre medios tradicionales, como la gratuidad de la enseñanza o las subvenciones directas a la maternidad, aunque tienen la ventaja de ser fáciles de diseñar y de implementar. Pero no cabe duda de que, cuando nos pongamos pensar sobre nuestra sociedad futura y cómo llegar a ella, tendremos que tratar, claro está, de las pensiones de nuestros ancianos y de los seguros de desempleo de nuestros parados, pero también de cómo mantener las externalidades positivas de nuestra población.

8 thoughts on “Los hijos como externalidad (con perdón)

  1. «pero también las de otros muchos jubilados que no tendrían hijos» Esos jubilados, ¿no han cotizado durante su vida para pagar su pensión? Es más, mientras cotizas, ¿no pagan la misma Seguridad Social que pagarían si tuvieran hijos, con lo cual están pagando la sanidad de los hijos de las familias numerosas?

    1. En cotizaciones sociales sí, pero no en impuesto sobre la renta, donde los tipos son progresivos (aunque hay deducciones por hijos).

      1. muchas gracias por la atención prestada a mi comentario y el tiempo que ha dedicado a la respuesta

        exacto, en impuesto sobre la renta también hay discriminación, entre dos personas que ganen lo mismo la que no tiene hijos será la que más impuestos pague

        si suponemos que su amigo gana más para pagar los gastos de los hijos… pues lo mismo podrán decir los que plantan árboles, estudian filosofía… ellos también dirán que ganan más para pagar esas cosas y que, por tanto, están discriminados por la progresividad del impuesto

  2. Esta anécdota describe exactamente la razón por la que no son felices. Las cosas valiosas de la vida están cambiando en la otra dirección y olvidar lo que es realmente importante

  3. Toda circunstancia etaria en la poblacion, puede revertirse con migracion, la base del problema real esta en la capacidad de produccion y ouestos de trabajo de cada pais en relacion a su poblacion activa y en capacidad laboral,en esa desproporcion actual , el costo social abruma los gobiernos, pero al no existir condiciones similares de inversion con relacion a los paises BRIC ,poblacion ,costos,derechos,sindicatos democracia, perdemos la posta de la planificacion economica ,este desequilibrio de condiciones es un abismo que en algun momento deberemos abordar de modo global.creo que la externalidad en cuanto a hijos , mas alla de poblacion laboral o no , es deber de los estados mantenerla capacitada,actualizada en conocimiento y en su mejor capacidad de competir ,los medios para hacerlo debe ponerloalguien como estratega de crecer. muy lindo el tema, `pero es mas complejo que simple mano de obra.

  4. Antonio Argandoña

    Ante todo gracias por invitarme a participar en esta ronda de comentarios

    Efectivamente los que tenemos hijos,participamos en esta » externalidad positiva «el problema está, que la cultura generalizada de nuestra sociedad, es la tendencia egoista de no pensar en el día de mañana, y especialmente en esta «externalidad positiva » y cuando menos hijos se tengan mejor, debido a lo dificil y caro, que en la actualidad es la formación de los hijos ,y cumplir con nuestra responsabilidad social de padres

    Luis Maria Armengou Marsans

  5. genial elucubracion! Dicho en otros terminos, la piramide de edades se esta invirtiendo, y como no hagamos algo , se nos puede derrumbar pues la base sera insuficente para aguantar toda la estructura superior.
    Buen fin de semana.

    Jordi

    1. No acostumbro a opinar pero mi preocupación por el tema me motiva más que mi temor al error. Os adjunto una direccion donde ver la piramide de edad de españa en 1900, 1970 y 2000 donde se ve la evolucion de la inestabilidad de la misma con el paso del tiempo http://albertogarcia.wordpress.com/2009/02/07/piramides-de-poblacion-espanola-por-regimenes/, asi como una extraplacion al año 2050
      http://www.fgcsic.es/lychnos/uploadFCK/piramides_poblacion.jpg. Creo que el problema que el profesor Argandoña señalaba tan acertadamente en su artículo es manifiesta y debemos pensar en como aumentar esta externalidad positiva.

Comments are closed.