Transcribo, traduciéndola libremente, una carta al editor del Financial Times aparecida en la versión en papel del 15 de mayo: «En la Roma antigua, obligaban a los ingenieros a ponerse debjo de los puentes recién construidos, en la ceremonia de inauguaración del puente. ¿Podríamos aplicar este principio a la renumeración de los banqueros de inversión en nuestro tiempo?». Firma la carta Mikel Frost, de Bristol, Reino Unido.
Es la vieja teoría de la responsabilidad: uno es responsable de las acciones que lleva a cabo (o que no lleva a cabo, claro, porque la omisión de algo debido también lleva consigo una responsabilidad), y de sus consecuencias. Sí, ya sé que muchas de esas consecuencias no son previsibles, que ocurrirán en el largo plazo, que dependerán de otras muchas cosas… Pero para eso tenemos el sentido común: yo soy responsable de las consecuencias razonablemente previsibles de mis acciones. Y esto vale para todos: para los empresarios, directivos y trabajadores, para los expertos (que son responsables de las tonterías que dicen, en nombre de su supuesta expertise), para los políticos… para los maestros, los padres y madres de familia, los empleados y trabajadores…
Responsabilidad es palabra que invoca, primera y principalmente, á la ética. Y luego también a la ley. Y a la reacción de la sociedad.
Buenas tardes D. Antonio Argandoña.
Me ha gustado mucho la exposición de hoy en Caixa Forum Palma sobre la RSE-RSC, nos ha dado todo un recital y además, con pasión. Sobretodo me gustó la parte sobre la coherencia, creo que es un punto importantísimo.
Mis dudas aparecen al haber dejado de lado a otros agentes económicos, como las familias y otras empresas. Es decir, los convenios que llevan entre empresas para la «grande» ayudar a la «pequeña». Así como ejemplos en España de llevar a cabo una RSC ejemplar, caso MRW o Danone.
Me quedé con las ganas de formularle unas preguntas de su visión de la RSC -hacia donde va en el futuro- y de ejemplos de empresas españolas.
Por cierto, la definición de Agnelli, acertadísima.
Atentamente,
Mauricio C.Ch
Colegiado economista 1252 del CEIB.