Perdón por el palabro «racionalidad», pero he encontrado una vieja entrada (es de 2010) en un blog, firmada por Ricardo Crespo e Irene van Staveren (aquí, en inglés), titulada «Las dimensiones éticas de la crisis financiera y la racionalidad». Es corta pero jugosa.
Empiezan con una definición de crisis que yo he usado otras veces, hablando de recesión (la copié de alguien, pero no recuerdo de quién: perdón). La clave de una crisis, dicen es que «rompe promesas» que desarreglan las expectativas que mucha gente ha ido formando sobre su vida y su riqueza. Y esto lleva a la gente a revisar sus concepciones del mundo y las teorías y modelos en los que la fundaron. Por ello, la crisis puede tener potencialmente consecuencias muy duraderas sobre las actitudes y creencias.
A partir de ahí, explican cómo la macroeconomía se ha basado en los últimos decenios en la conducta humana como una conducta basada en decisiones óptimas de agentes racionales, equipados con expectativas racionales. Y enumeran unos cuantos hechos que desmienten esta manera de entender el comportamiento de los humanos, tal como lo hemos podido comprobar en la crisis reciente. Concluyen que lo que la economía estudia no es, no puede ser, una sola racionalidad, que llaman instrumental maximizadora; que nos movemos por varias racionalidades (citan cuatro de ellas, enunciadas por Max Weber), y que ya va siendo hora de que los economistas nos apeemos de la manera monotemática de juzgar a nuestros conciudadanos. No dicen que hay excepciones, honrosas excepciones, a esta manera de hacer economía, pero su denuncia es oportuna.
Y me gusta sobre todo un párrafo que describe lo que hemos hecho de inmoral, inhumano e irracional. «Se ha señalado que, durante la crisis, hemos tenido casos de fraude o codicia, pero sobre todo hemos tenido pereza, una tendencia a cerrar los ojos ante acciones arriesgadas, o ante la irresponsabilidad de actuar sin reflexionar cuando alguien intentaba algo equivocado. Está claro que en este crisis ha habido mucho de mediocridad, trabajo mal hecho, desprecio por los demás y complicidad con actitudes egoístas o pragmáticas». Bueno, ya se ve que eso de la crisis no era un problema puramente técnico…
Es la voluntas ut habitus (LP) o sea, la claridad que da la iluminación de la voluntad per se. No es la racionalidad propia de los hábitos cognoscitivos, sino de las virtudes. Y el profesor Polo menciona como ejemplo a Hieroteo.
Por eso se produce esa confusión. Porque los hábitos apuntan a un acto de la voluntad que se llama uso (que también es una virtud) pero no está dentro de uno mismo como lo están los objetos pensados y sin embargo es racional.
En cambio, las virtudes apuntan al bien que es de otra naturaleza distinta a la producción o búsqueda de bienes y servicios.
Esas claridades son humanas pero no son racionalmente concebidas, sino que ayudan a la racionalidad pero desde la perspectiva de la voluntad. Gracias y perdón por ser tan atrevido. Saludos.
Si mi amigo Antonio pide perdón al inicio de su post, MIL perdones pido yo por lo siguiente:
En el artículo de Ricardo Crespo e Irene van Staveren dicen: «As all social phenomena, economic phenomena are complex and we may analyze them from all four Weber’s perspectives of rationality: instrumental, moral, psychological, and sociological.»
Quizá debería tenerse en cuenta también, algo que sabemos desde Freud, «los motivos inconscientes» que tiene su propia racionalidad, aunque parezcan irracionales.
Curioso que ambos, Weber (Erfurt-München,1864-1920) y Freud (Prior-London,1856-1939) nacieran y vivieran en alemán en un tiempo simultáneo, separados por menos de 700 km.. Ambos desarreglaron también »espectativas», llevando a revisar concepciones del mundo y las teorías y modelos en los que se fundaron ciertas promesas.
Perdón de nuevo !
Luis Tarragona