El lector se habrá dado cuenta, probablemente, que estoy de vacaciones. Pero no dejo mi blog, aunque estos días sigo menos las noticias del día a día y me dedico más a «filosofar». O mejor, no hay noticias relevantes en el día a día, al menos en la economía española. Porque todos estamos de vacaciones –aunque reconozco que hay muchos ciudadanos que no tienen un descanso en este mes de agosto.
Me acordaba días atrás del verano de 1992: Juegos Olímpicos en Barcelona, Exposición Internacional en Sevilla, Madrid Capital de la Cultura… El regreso fue una bofetada: sobre las mesas de las empresas, docenas de facturas impagadas, pedidos cancelados… En los trabajadores, la expectativa del próximo desempleo… Algo así vivimos también en 2011 y 2012, sin las euforias de las fiestas olímpicas y similares.
El panorama hoy es, me parece, diferente. Los indicadores que van llegando son positivos o, al menos, no tan negativos como hace unos meses. Luego, cada uno hará la interpretación que le parezca más adecuada. Yo soy optimista –siempre lo he sido–, pero no tanto como para anunciar que, a partir del otoño, ataremos los perros con longanizas, como dice el refrán castellano. Ya he comentado otras veces cómo, me parece, será la recuperación. Primero, el saneamiento de las empresas –moderación de costes, en forma de menos empleo (me parece que ya queda poco de esto) o de reducción de salarios, pero también de menos ineficiencias– y el control de los morosos. Luego, la recuperación de la confianza de las familias –cuando vean que su puesto de trabajo no corre peligro, o no corre tanto peligro como hace unos meses. Los sectores exportadores, dinámicos. En el interior, recuperación lenta de la confianza –si no hay tsunamis que echen a perder todo lo ganado.
Ya he dicho otras veces que esto no es mérito de los gobiernos, sino de las empresas y de los trabajadores, y de la fortaleza de las familias. Tampoco será mérito de los mercados financieros, ni de nuestros socios europeos. Pero no es hora de ponerse medallas: hay que apretar los dientes y seguir trabajando. Y, por favor, una vez que hayamos dejado el pino en el que hemos reposado durante estas vacaciones, que nadie busque otro para tumbarse a la bartola. La recuperación del crecimiento, la solución del desempleo, la consolidación de la economía son tareas difíciles, y hacen falta todos los brazos. Incertidumbres las seguirá habiendo, y muchas, pero que nadie espere la desaparición de esas incertidumbres durante bastante tiempo.
Perdón por este fervorín, pero se ve que el sol me ha afectado demasiado. En todo caso, la pregunta no debe ser: ¿y qué voy a ganar yo de todo esto?, sino ¿qué debo hacer, qué se espera que haga yo en esas circunstancias? Y que nadie conteste que no puede hacer nada…
Creo que la forma de evitar todos los inconvenientes que se presentan en las variadas circunstancias de comportamiento económico se comprenderían mejor e interdisciplinariamente si se usaran medidas dinámicas como vengo proponiendo desde hace años y más en estos últimos mese gracias a su blog, profesor Argandoña.
Además, el enfoque que debe aspirarse es el de medidas invariantes desde cualquier mercado de referencia y eso, además de lo anterior, incluye que las transformaciones de las mediciones sean las mismas desde cualquier mercado que las mida y las utilice. Y además, las mediciones deben contemplar la incertidumbre intrínseca a la capacidad de usar su libertad, que tiene cada ser humano, lo que implica introducir estadísticas dinámicas.
Como eso no es fácil de entender, he propuesto siempre que la justicia sea el horizonte metalógico que es el único que puede absorber esa incertidumbre antropológica, en un sentido económico.
Todo eso lleva a definir tales medidas numéricas necesariamente en el contexto de las mediciones invariantes que requiere usar las transformaciones de Lorentz y no las clásicas matrices covariantes. No hay otra. O cambiamos nuestra mentalidad hacia una dinámica intrínseca o no entenderemos nunca cómo funciona la economía. No al menos, desde la perspectiva numérica, que es la que permite que transemos en metálico.
Pero esas referencias son solamente numéricas y no pueden restringir la verdadera LIBERTAD que es operativa y de gobierno, es decir, de otro material no cuantitativo y que es la base de todo: los hábitos (gestión productiva) y las virtudes (liderazgo directivo).
Gracias por mantenernos informados, aún en vacaciones. Saludos.