En 1971 Jack Hirshleifer publicó en la American Economic Review un artículo titulado «El valor social de la información y la remuneración a la invención» que puede ayudarnos a entender algunos aspectos de la crisis financiera que hemos sufrido. La clave está en el valor privado y social de la información. Supongamos que usted tiene acceso a información de calidad sobre las probabilidades de lluvia el próximo fin de semana, a la hora en que acabará el partido de fútbol en su localidad, y que esa información no está disponible para otras personas. Esa información tiene un gran valor particular para usted, porque puede comprar unos cuantos paraguas a bajo precio, colocarse a la puerta del estadio y venederlos allí a buen precio. El valor de esa información para la sociedad en general será mucho menor; los que más perderán serán los propietarios de paraguas que se los vendieron a usted a un precio bajo y no pudieron aprovechar la ventaja del beneficio extraordinario que usted realizó.
La aplicación al mundo financiero es clara: la mayoría de las actividades financieras consisten hoy en día en la búsqueda y aprovechamiento de información con valor privado, que permitirán a un operador financiero aprovechar una pequeña diferencia de precios de activos financieros, adelantándose a otros actores en el mercado. El valor social de esa información es, probablemente, muy pequeño: un ajuste de precios más rápido (quizás unos milisegundos más rápido) y un poco más de liquidez en el mercado. Pero el beneficio privado del actor financiero se obtiene, sobre todo, a costa de otros actores que no han sabido o no han podido obtener o aprovechar esa información.
Esto explicaría, de algún modo, el excesivo desarrollo de la actividad financiera en las últimas décadas, aprovechándose de unas rentas que extraen de otros agentes, no de un auténtico servicio a la sociedad, en forma de información socialmente útil. Esto explica también la necesidad de reducir el tamaño del sector financiero (cierre de oficinas, reducciones de personal, etc.), y la conveniencia también de discutir cuál es la verdadera función social del sistema financiero. Porque, si la crítica que acabo de dirigirle es cierta (y no estoy seguro de que lo sea, o mejor, de que sea suficientemente completa), la manera tradicional de defender al sistema financiero como un intermediario entre el ahorro y la inversión puede servir quizás para algunos componentes de ese sistema (las operaciones tradicionales de la banca comercial, por ejemplo), pero no para otras.
Des esto ya advirtió James Horrigan (1987) en el artículo que publicó en el Journal of Business Ethics: THe Ethics of New Finance». No sé si fué el primero, pero la impresión que tengo es que el sistema financiero se ha alejado de la economia productiva, la mal llamada real.
Interesante para todos. Para mi, en particular, me parece una de las aplicaciones más claras de la distribución de Boltzman a otros campos distintos a la quántica. Ya hay algunos que le llaman econoquántica, pero no hay tal. Es, en todo caso, econo-cuantificación, que no es la mismo.