Escribo hoy un artículo con ese título en El Periódico, fuera de mi programación habitual (un artículo cada cuatro semanas). Porque Alemania es noticia, debido a la inminencia de las elecciones. La pregunta que me pidieron que contestara es: ¿cambiará la política de Alemania, después de las elecciones de la semana que viene?
En el artículo explico que Alemania no tiene ganas de ser el líder de Europa. Lo es, por su tamaño y su centralidad, pero, digamos, a la fuerza. La moneda única no fue un proyecto alemán, sino una imposición de Francia e Italia para acceder a la reunificación alemana, contra los sentimientos de sus ciudadanos y la opinión del Bundesbank. Claro que Alemania se ha beneficiado del euro, pero, insisto, no era su prioridad.
Por tanto, me parece que no está en la mente de la señora Merkel tomar el mando de la zona euro. Ni se lo permitirán sus instituciones: en el artículo recuerdo que, para bloquear otro posible Hitler, la constitución alemana prevé un estricto Tribunal Constitucional, que no dejará que la canciller (que es, por ahora, la probable ganadora de las próximas elecciones) asuma compromisos que no estén de acuerdo con su carta magna.
Mi conclusión es, pues, que Alemania no cambiará sustancialmente su política en Europa. Afortunadamente, la situación económica está mejorando en el continente, el euro no corre peligro, y todo favorece la vía, lenta y aburrida, de las reformas institucionales europeas. Pero concluyo diciendo que Alemania, que ha tenido que sentarse al volante del autobús de la Unión Europea contra su voluntad, preferiría ser el director de orquesta de Europa más que el chófer del autobús. Porque en este hay uno que trabaja, y los demás se limitan a mirar y, en todo caso, criticar al conductor, mientras que en una orquesta todos deben trabajar. O sea, nosotros tenemos también que participar en la reforma.
Me parece absolutamente claro y preciso lo que ha expresado. Efectivamente Alemania no desea ser el chofer de la Unión Europea, lo ha hecho como medida de «rescate de bombero» ;: Sin embargo, entiendo y vinculo más la idea de un liderazgo con el director de orquesta y no con la del chofer. Alemania tal vez esté o no interesada en un liderazgo pero en cualquier caso con un liderazgo vinculado con el «todos hacemos la sinfonía» y no » yo soy el que indica y trabajo y el resto mira».
Es un tema casi netamente político. Pero me atrevo a insistir que lo que hace su liderazgo es el sincronismo interno y externo.