Claro, como mañana empieza al año nuevo, además de felicitar a mis lectores y desearles lo mejor para 2014 (de verdad, ¿eh?), parece que tengo que decir algo sobre lo que nos espera en el nuevo año. No voy a decir nada nuevo, claro, porque las cosas en economía cambian despacio, y tardamos mucho en incorporar novedades que justifiquen nuevas previsiones. Además, todo el mundo hace predicciones en estos días, y como nos miramos por encima del hombro unos a otros, todos decimos más o menos lo mismo (bueno, todos no, pero no vamos a entrar ahora en detalles).
A veces digo en broma que hace quince años que vengo anunciando la inminente salida de la recesión y, por tanto, que ya toca. Parece que 2013 ha sido el año en que la economía española (y europea) ha tocado fondo. Por tanto, 2014 tiene que ser un año mejor. Punto.
Pero, ¿qué quiere decir mejor? Que la demanda se recuperará ligeramente. Ya lo he explicado otras veces. El motor ha sido, en 2013, el sector exterior: exportaciones de bienes y de servicios (turismo y otras cosas). Detrás viene la inversión en equipo, porque para producir más hacen falta más máquinas e instalaciones (y también hay que sustituir a las viejas, que llevan ya unos cuantos años sin que nadie les eche aceite). Detrás viene la confianza: si el jefe está pensando en comprar máquinas nuevas, mi puesto de trabajo está seguro (bueno, nunca está seguro, pero al menos está menos inseguro que hace unos meses). La confianza arrastra al consumo: poquito, claro, porque todavía queda mucha hipoteca que devolver, pero el consumo se recuperará un poco.
Hablando de confianza, hay unos cuantos factores que la sustentan. El euro se mantiene, pese a las amenazas de inmediata ruptura. La prima de riesgo ha bajado. El gobierno español ha hecho algunos deberes; no me pregunten si los ha hecho en serio o no, pero las cifras de déficit público anuncian una mayor confianza de nuestros socios europeos en nuestra maltrecha economía, que es la condición para que, a su vez, los mercados financieros se fíen de nosotros. Hicimos algunas reformas estructurales, y algunas con buenos resultados: la laboral, por ejemplo. Claro que el paro sigue siendo alto, pero eso no tiene que ver con la velocidad de la recuperación, sino con las trabas a la creación de empleo, que aún son muchas en este país. Y aún quedan otras reformas por hacer.
Bueno, todo esto suena al cuento de la lechera. Pero es verdad: la economía española está claramente en fase de una modesta recuperación. Que sea firme o no dependerá de nosotros. De todos. Y, ya lo dije otras veces, el mérito no es del gobierno, ni mucho menos de la banca (¡oh!), sino de todos: de los que trabajan y de los que aguantan el desempleo; de los que consumen y de los que ayudan a consumir a otros. De los que invierten, innovan, crean empresas… y de los que hacen lo posible por no cerrar la que tienen.
Sí, 2014 puede ser un mejor año. No para tirar cohetes, pero un poco mejor. Eso sí: no se distraigan con los turrones, que el día 2 hay que volver al trabajo duro. 2014 será un año todo lo mejor que nosotros queramos: depende de nosotros. ¡Feliz 2014!
Estoy de acuerdo con Javier, el análisis es totalmente certero
Me parace un análisis certero, objetivo, neutral, veraz y esperanzador. El profesor Argandoña, como buen economista, supongo que de la economía de mercado, sabe que el futuro no está en lo que haga el gobierno, aunque tiene su cuota de responsabilidad, sino en el esfuerzo de todos los españoles por sacar la economía adelante. El problema está -aunque hemos tenido oportunidades para emplearnos en ello- si estamos a la altura de las circunstancias, o, por el contrario, todavío estamos más pendientes en qué va hacer o nos va a dar el Estado. Estos años de dura crísis nos tendría que llevar a reinventarnos para ser más competitivos, y olvidarnos del asistencialismo, intervencionismo, subvencionismo, y el mamandurrismo. Claro, por eso nos recomienda don Antonio que el día 2 hay que empezar a trabajar duro… Una anécdota: en la provincia en la que vivo, uno de los periódicos locales lleva casi un mes, anunciando un puesto de trabajo de comercial para titulados superiores vinculados a la comunicación. Una de dos -que todo es posible-, o bien se trata de un trabajo basura, mal retribuído, o, ante tanto paro, y sobre todo en el sector de la comunicación, no estamos dispuestos a «trabajar duro», como indica el profesor. En este caso, desgraciadamente, apostaría en que estamos en el segundo supuesto, y estoy casi seguro que acertaría. Le comenté a un amigo periodista la existencia de este trabajo que se ha ído a Argentina a trabajar mal pagado, y me despreció la oferta…
Enhorabuena profesor por su breve y jugoso comentario, Y feliz año, lleno de ganas de trabajar. Lo único que puedo decir, en mi caso, es que el trabajo me genera más trabajo, y soy abogado.
Un saludo, Javier