Y, ¿qué he de hacer para ser ético? (II)

Continúo con la entrada que inicié hace un par de días con este mismo título. Le recuerdo al lector que me preguntaba: ¿qué he de hacer para ser ético, como directivo de una empresa? (aunque el consejo vale para cualquier persona en cualquier situación: no hay una ética específica para la empresa). Y contestaba, siguiendo las sugerencias del filósofo (ya fallecido) Leonardo Polo: haz el bien, cumple las normas y ejercita las virtudes. Ya expliqué en qué consiste hacer el bien; ahora les toca a las normas.

Si cada vez que he de tomar una decisión he de pararme a pensar si es ética o no, nos quearíamos paralizados. He de ir a tal sitio. Tomaré el autobús. ¡Ep! Tendré que pagar en él, porque ¿es ético no pagar en el autobús? El dinero me vendría bien para otros usos, hay muchos que no pagan, la compañía de transporte ya cuenta con que habrá algunos que no pagarán… pero debe ser injusto, una forma de robo, tomar el autobús sin pagar; causa daño a otros usuarios, que tendrán que soportar costes mayores… No tengo veinte minutos para analizar los pros y los contras de la decisión de pagar o no pagar. La norma viene a mi auxilio: es un deber de justicia pagar por los bienes y servicios que recibo.

La norma es eso: me dice un mal que he de evitar; en este caso, el mal es la injusticia de usar el servicio sin pagar. Las normas suelen ser negativas, porque indican algo que he de evitar. En este caso, he de evitar causar un daño a otros (la compañía, la ciudad, los otros usuarios…) y, sobre todo, a mí mismo. No pagar en el autobús es una forma de ser injusto, y el lector ya recordará lo que contestó Sócrates cuando le preguntaron qué era peor, sufrir una injusticia o practicarla: es peor practicarla. Si la sufres, el daño te viene de fuera; si la practicas, el daño te lo haces a ti mismo: te has convertido en un injusto.

Moraleja: practica las normas. Claro que, a veces, las normas son difíciles de cumplir, o se convierten en injustas… El legislador no puede tener en cuenta todas las circunstancias. Hay unas cuantas normas que nunca se pueden dejar de cumplir; por poner un ejemplo extremo, no es lícito torturar a un niño para obtener algo de su madre. Pero otras muchas normas admiten excepciones.

¡Oh, gracias! Me acabas de decir que puedo elegir si la norma me obliga o no, o sea, que puedo hacerme una ética a mi gusto. ¡No! Recuerda que has de hacer el bien y ejercitar las virtudes. Pero de esto hablaremos en la próxima entrada.