Una nueva política económica progresiva la llama David Sainsbury (aquí, en inglés), que fue ministro en el gobierno laborista de Tony Blair. No hace falta que uno esté de acuerdo en todas sus partes, pero hay unas cuantas ideas que me parecen interesantes.
- Debe basarse en una firme fe en el capitalismo, un sistema en el que la mayoría de los activos son poseídos de manera privada y gobernados por el mercado.
- Debe incorporar la fe en el papel de las instituciones. Hay cuatro de ellas, dice, que son particularmente importantes para el buen funcionamiento de las empresas: las que tratan de los mercados financieros y laborales, las que se ocupan de los acuerdos para el gobierno de las empresas, las del sistema educativo y de formación profesional, y las del sistema nacional de innovación.
- Las instituciones no evolucionan espontáneamente, o mejor, si lo hacen espontáneamente no van en la buena dirección. Aquí hay un papel para el gobierno. Pero se trata de un papel orientado a apoyar al mercado, no a manejarlo como en las economías socialistas.
- Y los resultados económicos no pueden medirse solo en términos de crecimiento del PIB, sino que deben incluir la equidad -que no significa la igualdad, entre otras razones porque más igualdad implica, a menudo, menos crecimiento.
La equidad económica es el modo más evidente de sincronismo generacional. Mientras unos están en la cúspide de su desarrollo socio-económico otros entran en deuda con ellos para posteriormente llegar a ese mismo estado en el mercado. Los vaivenes personales se reflejan en las transacciones individuales sincronizadas a su vez por el mismo mercado de que formamos parte. Gracias por la información, profesor.