¿Para qué sirve la Responsabilidad social de las Administraciones públicas?

Los Comentarios de la Cátedra son breves artículos que desarrollan, sin grandes pretensiones académicas, algún tema de interés y actualidad sobre Responsabilidad Social de las Empresas. Los Comentarios anteriores a enero de 2013 pueden encontrarse en la web de la Cátedra.

En el Comentario de la Cátedra del mes de abril (aquí) expliqué cómo veo la Responsabilidad social de las Administraciones públicas (RSP). En las empresas es frecuente preguntar si su Responsabilidad Social (RSE) es rentable: ¿se puede decir algo parecido de la RSP? La respuesta que me parece más adecuada es que puede serlo, pero no necesariamente.

Permítame el lector un rodeo a propósito de la RSE: esta no tiene por qué ser cara, porque muchas acciones de responsabilidad social no implican gastos extraordinarios y, si los exigen, generan también resultados positivos, en muchos frentes. En el ámbito legal y político, por ejemplo, la empresa socialmente responsable podrá conseguir un entorno más favorable, unas relaciones más fluidas con las agencias reguladoras, incluso la posibilidad de nuevas y mejores regulaciones, o la de ser oída en la preparación de nuevas normas; menores riesgos de denuncias y sanciones, y mejores relaciones con las Administraciones públicas (AAPP); por ejemplo, acceso preferencial a contratos, concesiones y ayudas. También puede tener ventajas en las relaciones con clientes y proveedores, como una mejor imagen de marca y una mayor reputación; o la atracción de clientes más leales, que incluso pueden estar dispuestos a pagar más por los bienes y servicios de la empresa, debido a su conformidad con el cuidado del medioambiente, los derechos humanos o unas relaciones laborales satisfactorias.

Y puede disfrutar también de mejores relaciones con la sociedad en sentido amplio: armonía con sus expectativas y exigencias, menos conflictos, menores riesgos de publicidad negativa y boicots, mejores relaciones con los medios de comunicación, con los creadores de opinión pública y con los agentes sociales, etc.

Hay también ventajas internas u organizativas. Es probable que una empresa responsable tenga mayores facilidades a la hora de atraer, retener y motivar a los mejores empleados; mayor transparencia, moral y confianza en las relaciones con sus stakeholders internos y, en concreto, relaciones laborales más satisfactorias, mejor ambiente de trabajo, sistemas de gestión más efectivos, difusión de las buenas prácticas y una mejor supervisión de la cadena de suministro, etc.

Ese conjunto de ventajas internas y externas puede traducirse en mejores resultados financieros y económicos para la empresa. Pero todo ello no basta para garantizar que los beneficios vayan a crecer como consecuencia de las políticas de RSE. Una empresa que no sea responsable ni ética puede ser muy rentable, al menos en el corto plazo, por la naturaleza de su actividad o por su manera de reducir los costes o de aumentar los ingresos (fraude, engaño, corrupción, etc.). Asimismo, una empresa no responsable puede copiar, al menos durante un tiempo, las políticas de otra responsable, adquiriendo algunas de las ventajas, al menos a corto plazo.

¿Tiene la RSP un impacto parecido en las AAPP? Muchos de los argumentos expuestos antes serán válidos también en este caso. Con ella cambiarán el modo de trabajar, la cultura y las prácticas, ya que, como hemos dicho, la RSP debe estar presente en toda la organización, implicando a los de dentro y, en lo posible, también a los de fuera; reducirá costes (por ejemplo, en la gestión medioambiental, energética, de residuos, etc.), moderará riesgos (de malestar social, de protestas, de campañas en los medios sociales), mejorará la lealtad e integración de los directivos y funcionarios, y también la imagen de las AAPP y su legitimidad y reconocimiento social.

Pero, sobre todo, me parece que la RSP mejora considerablemente la excelencia de la dirección y de los empleados. Por ejemplo, un alto cargo o un directivo público socialmente responsable será, probablemente, un directivo excelente o, al menos, estará en camino de serlo, porque, a partir de la definición de RSP que dimos al principio, ese directivo tendrá en cuenta una amplia gama de resultados posibles de sus acciones, es decir, de impactos sobre la sociedad y sus stakeholders; por ejemplo, llevará a cabo una gestión de riesgos más completa, precisamente porque ese es un tipo de impactos particularmente importante. Y también tendrá en cuenta los efectos de sus decisiones sobre él mismo: sus aprendizajes de conocimientos, de capacidades, de actitudes, valores y virtudes. Probablemente promoverá una cultura de comunicación y diálogo con sus stakeholders, como hemos explicado antes: tratará de entender la naturaleza concreta (y cambiante) de los intereses (stakes) de cada uno, tratará de entender qué y cómo puede aportar cada uno de ellos a los objetivos de la entidad, y en qué condiciones lo hará, es decir, qué motivaciones personales querrá que sean satisfechas para que él lleve a cabo su contribución.

Por tanto, invitará a esos grupos de interés a participar, haciendo realidad lo que dijimos en el Comentario anterior, de que la RSP debe ser una responsabilidad compartida. Estará dispuesto a dar cuenta de sus acciones y será transparente en su gestión, lo que contribuirá a la creación de confianza (en su entidad, pero también en las AAPP en general y en los altos cargos). Y tendrá, probablemente, una visión a largo plazo porque, al entender la naturaleza de los impactos de sus decisiones sobre los demás, podrá prever la aparición de futuros problemas –al menos los creados dentro de la organización o con sus usuarios, proveedores y comunidad local.

Pero todo esto solo se cumple si los directivos y altos cargos están dispuestos a jugar plenamente la carta de la RSP. El directivo o empleado socialmente responsable identifica otros problemas, otras oportunidades; los ve de otra manera; encuentra alternativas que otros no ven, y las valora de otra manera, porque persigue objetivos que van más allá de los resultados inmediatos, de tal manera que juzgará que algunas alternativas no son viables, no por razones técnicas o económicas, sino porque omiten algunos impactos relevantes, y descubrirá otras que los demás no verán, porque contará, por ejemplo, con el diálogo abierto con sus stakeholders y con la implicación de estos en la RSP de la empresa.

Y esto será verdad para el personal directivo lo mismo que para todos los empleados y funcionarios, cada uno en su nivel, en la medida en que participen de las inquietudes, la misión y las responsabilidades compartidas que hemos incluido en la RSP. También la AAPP será responsable, toda ella, y estará en condiciones de aumentar el valor social de su aportación a la sociedad, es decir, la diferencia entre la satisfacción proporcionada a sus usuarios y los costes de los recursos utilizados.