Otra vez la creación de empleo

Me parece que el lector conocedor de la realidad española (una tasa de paro próxima al 26% de la población activa) no se molestará por mi insistencia en volver sobre el tipo de medidas necesarias para crear empleo. Ya comenté hace poco el problema, fijándome, sobre todo, en la necesidad de crear empleo de baja remuneración, porque la reducida produtividad de muchos trabajadores no cualificados no permitía más. Ahora quisiera ampliar la gama de acciones posibles.

Una clave, me parece, es la reducción de los costes laborales no salariales, es decir, compartir los costes del trabajo con otros stakeholders. Por ejemplo, se puede aumentar la flexibilidad laboral, para reducir costes administrativos que desalienten a las empresas a contratar nuevos empleados. O los costes de despido, que son un freno considerable a la creación de empleo. O las cotizaciones sociales, lo que, claro está, repercutirá en el déficit público, de modo que habrá que aumentar otros impuestos (el IVA, por ejemplo). Claro que tienen razón los que dicen que esto reducirá el consumo, pero este efecto será transitorio, y el menor coste del trabajo será duradero.

El mantenimiento del estado del bienestar es también una medida útil, porque facilita otros ingresos a los trabajadores de bajos salarios. De todos modos, el efecto de esto será reducido y seguramente indirecto (por ejemplo, los trabajadores sin hijos en edad de estudiar no se beneficiarán de más y mejores escuelas), aparte de que aquellos fondos pueden acabar en otros bolsillos (los de los funcionarios, por ejemplo, que son los que más pretenden defender a los pacientes o a los estudiantes).

Y no olvidemos las políticas tradicionales: incentivar a los parados para que vuelvan pronto al mercado, aunque sea con salarios bajos. Reformar los mercados de bienes y servicios (o sea, reducir los márgenes de sectores poco competitivos y facilitar la creación de empresas nuevas). A largo plazo, la educación (a muy largo plazo, desde luego), la formación profesional y la recualificación de los parados. Y las políticas activas de empleo, aunque tengo muy poca fe en ellas, porque sospecho que los costes indirectos de los subsidios a la contratación de parados selectos son bastante altos.