El lector habrá apreciado que, desde hace un tiempo, me intereso especialmente por los problemas éticos de la actividad financiera. Me permito hacerle llegar algunas reflexiones sobre el tema.
La ética de las finanzas es el conjunto de principios, normas y valores que guían las acciones de los agentes y las entidades financieras hacia objetivos relacionados con lo que es bueno, justo o debido, además de eficiente y rentable. Las finanzas se ocupan precisamente de esto último, de los resultados económicos de ciertas decisiones. Pero en toda acción las personas se mueven por diversas motivaciones y buscan una variedad de resultados, económicos (rentabilidad) o no económicos (adquisición de conocimientos y capacidades, desarrollo de valores).
Desde el punto de vista del agente (empleado, directivo, analista, etc.), la valoración de la moralidad de una acción debe tener en cuenta todas dimensiones de la misma, sin limitarse a proyectar unos principios éticos abstractos sobre unas realidades cuyas múltiples dimensiones se nos escaparían. Por tanto, la conducta técnica y moralmente adecuada incluye la aplicación de principios éticos y de criterios económicos.
Los principios éticos (profesionalidad, honestidad, integridad, justicia, veracidad, primacía del interés del cliente, prudencia, etc.) son comunes a todos los agentes y organizaciones, pero su aplicación debe tener en cuenta las circunstancias concretas. Por ejemplo, no es el mismo el contenido de la justicia de un gestor de cuentas, que está sujeto a un deber fiduciario para con su cliente, que el de un bróker que vende un bono a un desconocido.
Dado que la finalidad de las decisiones financieras es principalmente económica, a menudo se les atribuye una influencia corruptora de la persona que, inmersa en un entorno orientado al beneficio, puede acabar no teniendo otro objetivo que maximizar su riqueza. Esto puede ser así, pero no parece correcto atribuir esa intención a todos los agentes y entidades. En todo caso, hay que tener en cuenta que las estructuras, normas y prácticas de las empresas y los mercados financieros pueden influir en las decisiones, también éticas, de las personas. Por ejemplo, un sistema de remuneración que favorezca la multiplicación innecesaria de operaciones (churning) para generar más comisiones aun a costa de la rentabilidad para el cliente puede ser un sistema injusto –y socialmente ineficiente, aunque genere beneficios para la entidad: beneficios privados no es sinónimo de eficiencia social.
En el juicio sobre las estructuras y actuaciones de las instituciones financieras no se puede separar su dimensión moral de la económica. Un buen banco desempeña su función con calidad técnica y ética, y no cabe la excelencia técnica sin la ética, y viceversa, aunque los criterios con que se valoren una y otra sean diferentes. Y como las entidades financieras trabajan dentro de un sistema más amplio, deben tener en cuenta también el impacto de sus acciones sobre otras entidades y mercados. En concreto, deben contribuir al funcionamiento ordenado de los mercados, que son los mecanismos que coordinan las acciones de todos. Esos deberes incluyen el respeto al marco normativo y la conservación de las instituciones que promueven las conductas adecuadas y de los mecanismos de difusión de información, incentivos y competencia en el mercado.
Otro aspecto del funcionamiento de las instituciones financieras tiene también relevancia económica y ética: su capacidad de extraer rentas de otros agentes. La extracción de rentas es frecuente en los mercados financieros por la asimetría de información, la elevada concentración de las instituciones y el consiguiente poder de mercado, la presencia de regulaciones que redistribuyen los costes y beneficios, el poder de lobby para conseguir un tratamiento favorable, la opacidad de algunos productos y el progreso tecnológico, por ejemplo, en las operaciones de alta frecuencia (high frequency trading).
Si el lector no se aburre con estos temas, volveré sobre ellos otro día.
Los Comentarios de la Cátedra son breves artículos que desarrollan, sin grandes pretensiones académicas, algún tema de interés y actualidad sobre Responsabilidad Social de las Empresas.
Cabe agregar que si no se subordina la dimensión económica a la moral, difícilmente se mejorará e innovará en la última. Excelente post.