No caigamos en la complacencia (III)

Vaya, me dice el lector: ¿te has vuelto pesimista? No, pero me he vuelto prudente. En las dos entradas anteriores con este título he señalado que esta salida de la crisis no está siendo sólida. Es como si el médico le dijese al enfermo: bueno, ya puede hacer vida casi normal, pero no se haga ilusiones: no está del todo bien; tiene algunas cosas dañadas, y necesita todavía cuidar el régimen, mantener el tratamiento, no hacer esfuerzos… Y la economía europea y española pueden acabar como el enfermo que, después de ese consejo, piensa que el médico exagera.

La llamada de atención la tomo ahora de The Economist del pasado 13 de junio. «La batalla contra el caos financiero y la deflación ha sido ganada». Enhorabuena. Pero «el peligro es que, habiendo usado todo su arsenal, los gobiernos y los bancos centrales no tendrán municiones para luchar la siguiente recesión».

Está claro. Los bancos centrales han bajado los tipos de interés hasta niveles inverosímiles; no les queda mucho más que hacer, porque otro quantitative easing resultaría ahora inútil, además de enormemente perjudicial para la estabilidad financiera. Y la política fiscal se enfrenta a la muralla de deuda de gobiernos, empresas y familias, en muchos países -también el nuestro. «Pocas veces, dice The Economist, han estado tantas grandes economías tan mal equipadas para gestionar una recesión», si esta se produce.

Bueno, a lo mejor no se produce, pero me temo que es muy probable que sí, que se produzca. Piense el lector en la subida de tipos de interés en Estados Unidos, en la pérdida de ritmo de China, en el bajo crecimiento de algunos países emergentes, en los problemas de Brasil y Rusia, en las crisis geopolíticas (Estado Islámico, Libia, Ucrania), en Grecia, en la inestabilidad política española…

¿Pesimista? No, ya lo he dicho. Simplemente, preocupado por el futuro.

2 thoughts on “No caigamos en la complacencia (III)

  1. En todos los métodos para valuar la «solidez» lo importante es el largo plazo y eso solo se consigue con la consistencia juanantoniana, es decir, el respeto a los bienes-virtudes-normas según Polo

  2. Yo también me declaro preocupado por el futuro, pero me queda el consuelo de que hago lo que creo que es mejor, lo cual mantiene mi conciencia tranquila.

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