Vuelvo sobre el tema de un par de entradas anteriores, acerca de los emprendedores sociales. Ya sabe el lector: iniciativas que son verdaderas empresas, pero cuyo objetivo es principalmente social, en cuanto a las necesidades que trata de satisfacer, pero cubriendo sus gastos e incluso obteniendo beneficios, que forman parte de su objetivo social. Ahora quiero discutir qué significa que una iniciativa de este tipo tiene éxito.
Para una empresa con fines de lucro, la manera tradicional de medir el éxito es su rentabilidad. Al menos eso es lo que dicen los libros de texto, y los mercados de capitales, y no pocos académicos y medios de comunicación. La realidad es, sin embargo, más complicada, porque tiene que mantener la capacidad de la empresa de seguir produciendo en el futuro, con no menos éxito, de modo que ha de atender a variables que, a corto plazo, van contra la maximización del beneficio, aunque solo sea aparentemente: pagar suficientemente bien a sus empleados como para que no reduzcan su esfuerzo productivo, invertir en investigación y desarrollo, conseguir una reputación adecuada… Y cumpliendo la ley, y respetando la ética, y no perjudicando a las personas…
En el caso de los emprendedores sociales, el problema se complica porque, además, han de conseguir resultados sociales. Y estos no siempre se pueden presentar de forma clara y convincente. Y pueden cambiar a lo largo del tiempo, sea porque el equipo de la empresa cambia y, con él, sus intereses y sus ventajas competitivas; sea porque aprenden de sus propios errores y se dan cuenta de que lo que habían fijado como objetivo era irrealizable; sea porque cambian las circunstancias en la sociedad o en el mercado…
La eficiencia económica la medimos tradicionalmente mediante una variable, el beneficio, que está, en teoría, bien definida, aunque, ya lo hemos dicho, en la práctica esto es mucho más difícil. En el caso de los objetivos sociales, la medición es aún más difícil. Supongamos que queremos contratar a personas con discapacidad: ¿cuál es el éxito? ¿Dedicar no sé cuántos miles de euros al año, contratar a no sé qué porcentaje de la plantilla, elevar su productividad en un porcentaje dado, conseguir que su satisfacción mejore en un no sé cuántos por ciento (sea como sea cómo se mida esto), conseguir que sus familias estén más contentas…? Todo esto se complica porque nuestros criterios de comparación no son claros. ¿Es un éxito tener un 2% más de discapacitados en la plantilla, en comparación con otras empresas sociales que se proponen el mismo objetivo social? Podemos tener una idea de la eficacia de nuestra acción, pero es mucho más difícil tenerla de su eficiencia, de si empleamos los recursos de la mejor manera posible.
En todo caso, recordemos que la empresa social tiene una dimensión social y otra económica. Y esta última forma parte también del éxito. Por tanto, habrá que tener en cuenta la cobertura de los gastos y, en su caso, la acumulación de beneficios por razones de seguridad, cobertura de riesgos, crecimiento futuro, ampliación de nuestros objetivos sociales, etc. La sostenibilidad económica es, al menos, un indicador de que la empresa está teniendo éxito.
Sí, ya sé que todo esto es muy complicado, Pero permítame el lector un comentario adicional. Cuando un emprendedor se despierta por la noche, sin poder dormir, pensando en los discapacitados que no tienen un trabajo digno, no le podemos pedir que llegue a estar seguro de que el último empleado en esas condiciones tiene una aportación social neta de no sé cuántos euros al año. Lo mejor puede ser enemigo de lo bueno. Que empiece a crear empleo para discapacitados. Luego, si es un buen emprendedor, se procurará de cómo mejorar su eficiencia, tanto social como económica. E irá mejorando su performance. Nosotros podemos darle sugerencias sobre cómo hacerlo cada día mejor. Pero no le critiquemos como, por desgracia, hacen algunos, que siempre ven en la acción, tanto social como puramente económica, de los demás, casos de posible corrupción, falta de transparencia, interciones torcidas o despilfarro de recursos. Bueno, no sé si en esto tengo una manga demasiado ancha.
Excelente artículo.
Siento una gran admiración por este tipo de emprendedores, si ya de por si es difícil poner una empresa en funcionamiento (el 50% no pasan del tercer año) no quiero pensar las dificultades que puede tener un emprendedor social. Realmente admirable.