En el Seven Pillars Institute hicieron el pasado mes de octubre una entrevista a Joris Luyendijk, autor de un libro titulado «Nadando con tiburones: Mi viaje el mundo de los banqueros», basado en 200 entrevistas a directivos de entidades financieras de la City de Londres (aquí, en inglés). Me gustaron algunas de las ideas que encontré en la entrevista:
- Esos directivos no son monstruos, sino personas de carne y hueso.
- La mayoría se preocupan de la ética en su vida privada, pero se olvidan de ella cuando entran en la entidad financiera, porque piensan que lo que tiene que hacer un banco es ganar dinero, dentro de la ley; si está fuera de la ley, esto no es ético. Por tanto, ética es lo que dice la ley. Si es así como piensan los financieros, no me extraña la mala prensa que tienen.
- Abundan los cárteles que se reparten el mercado y usan sus altos beneficios para mantener sus privilegios. Si esto es verdad, habrá que repensar las políticas de competencia.
- Las finanzas son honorables, el problema está en su crecimiento, en los incentivos perversos que se han creado y en los conflictos de intereses. Y, como explica muy bien Luyendijk, esto no se arregla solo, porque nadie cortará la rama del árbol en la que está sentado.
- Lo peor, dice, son los incentivos perversos. «Si te pagan por una conducta indeseable y te castigan por una buena conducta, ya puedes tener todas las promesas de comportamiento ético que quieras, que la gente se comportará de acuerdo con sus tentaciones».
- Por ejemplo, sugiere que los directivos que tienen un «bonus» deberían tener también un «malus», con muchos intereses en su negocio (o sea, remunerándolos fuertemente por los resultados buenos, pero castigánlos por los malos), y sintiendo la reponsabilidad legal por los cosas que hayan hecho mal.
Todo esto es bien conocido, al menos por los que nos dedicamos a estos temas. Nótese que hay problemas de ideas, otros referentes a instituciones, otros referentes a conductas dentro de las organizaciones y, por tanto, a las reglas del juego, como los incentivos, y otras cosas que afectan directamente a las personas. Dicho de otra manera: hay que luchar en tres frentes. Uno: qué es eso de las finanzas (y de la empresa), de qué va, cómo se juega… Dos: cómo se deben comportar las personas para ser buenos directivos o empleados, y por qué. Y tres: cómo deben ser las reglas, códigos, culturas, estructuras, misiones y comportamientos en la empresa, para que no se convierte en un nido de víboras.