Ética, impuestos, familia, justicia…

El pasado día 11 de enero fue el quinto aniversario de este blog, con alrededor de 1.250 entradas. Quiero dar las gracias a mis lectores, por su paciencia y por su aliento. Y por sus críticas, que me vienen muy bien. Pero vamos al tema de hoy.

Un amigo me presentó hace unos días un problema ético que, me parece, afecta a no pocas personas. Me explicaba la situación de un matrimonio en que trabajan los dos, y que decide que la esposa deje de trabajar durante una temporada para atender mejor a los hijos; el marido hará un esfuerzo y aportará a la economía familiar unos ingresos similares a los que antes tenían los dos juntos. Pero, ¡oh sorpresa!, cuando llega la hora de pagar el impuesto sobre la renta de las personas físicas, el importe es mucho mayor que el que pagaban ambos por separado, debido al carácter progresivo del impuesto. La pregunta que me hacía mi amigo era doble: ¿es esto justo? Y, ¿sería lícito ocultar algunos ingresos para que la cantidad pagada no sea superior a la que pagaban antes por separado?

Mi respuesta fue la siguiente, más o menos. Y no estoy seguro de que sea la más adecuada, pero ahí va, porque, seguramente, alguno de mis lectores podrá mejorarla:

  1. La manera de plantear este problema ético, muy frecuente en el mundo de la docencia de Business Ethics, no me parece correcta, al menos desde el punto de vista de la ética de la primera persona (el que tiene que tomar las decisiones), no de la tercera persona (el observador imparcial que opina sobre un tema que le es ajeno, como ocurre en la ética kantiana). En este caso, lo mismo que en las “vignettes” que suelen presentar los libros de Business Ethics, falta mucha información para poder decidir lo que el protagonista debería hacer, no en general, sino en este caso (por ejemplo, la urgencia o necesidad de fondos, aspectos de la vida familiar que hacen más o menos aconsejables que la madre esté todo el día con los hijos, posibilidad o no de que otras personas puedan ayudar en esta tarea, el ambiente social y moral en que se mueven, etc.).
  2. ¿Es injusta la situación? Habría que considerar los bienes que están en juego aquí. Al menos se me ocurren tres: la dedicación de la madre a los hijos, el cumplimiento de la ley y la aportación de fondos suficientes para las necesidades de la familia (y hay otros, como el de dar buen ejemplo). Aquí parece que todo gira alrededor del primer bien, pero no hay motivos para pensar que sea, necesariamente, el más importante, ni que tenga que tener preeminencia sobre los otros dos, ni que no admita un trade off con los otros bienes (por ejemplo, mediante el trabajo a tiempo parcial de la madre). En algunos ambientes es frecuente olvidar esto cuando se trata de defender un modelo de familia (el padre aportando recursos, la madre dedicada a los hijos) que no tiene por qué ser único, ni el más adecuado en algunos casos (por ejemplo, cuando una familia de cuatro necesita, sí o sí, el trabajo de los dos padres para allegar los recursos necesarios).
  3. Supongamos que llegamos a la conclusión de que se ha cometido una injusticia y que esto justifica ocultar ingresos para no pagar los impuestos establecidos por la ley. Pero, ¿cómo hemos llegado a esta situación? Al menos hubo una omisión por parte del matrimonio, cuando decidió dejar todos los ingresos en manos del padre, sin tener en cuenta que el impuesto sobre la renta es (probablemente en todo el mundo) un impuesto progresivo, en el que aumentar los ingresos puede dar lugar a un salto a tipos impositivos mayores. Al menos hubiesen tenido que consultar a un asesor fiscal –que es, me parece, lo primero que tienen que hacer ahora, si quieren arreglar su problema, incluso antes de hacer consideraciones éticas-, o hacer cuidadosamente los cálculos sobre lo que tendrán que pagar.
  4. Y si aceptamos que hubo una imprudencia por parte de los padres al tomar la decisión, nos preguntaremos: ¿es justo actuar contra la ley para corregir una imprudencia propia? Claro que la ley puede ser injusta, pero esto no autoriza a saltarse la ley cuando nosotros tenemos al menos parte de la culpa. La justicia de la ley se valora en los casos generales (lo que paga una persona soltera, una familia sin hijos, una familia con hijos en la que uno trabaja, en la que trabajan los dos, con discapacitados en casa, etc.), no haciendo los números para un caso particular. Antes de decidir, pues, no que en este caso concreto la ley me produce una injusticia a mí, sino que esa ley es injusta en la generalidad de los casos, hay que estar muy, muy seguro de que esto es así.
  5. Y, finalmente, antes de aceptar la decisión tomada, deberíamos ser capaces de generar alternativas, muchas y variadas, utópicas unas y realistas otras. Antes de aceptar que se puede saltar la ley en este caso, hay que considerar las alternativas –por eso he dicho antes que habría que consultar a un asesor fiscal. Luego habría que juzgarlas, desde los distintos bienes que están en juego: la dedicación de la madre, los ingresos de la familia, el cumplimiento de la ley, el buen ejemplo a los amigos y parientes…
  6. Y, por supuesto, si la ley es injusta, o se puede mejorar, habrá que esforzarse por conseguirlo, pero por la vía oportuna (opinión pública, actuaciones de expertos, grupos de presión, etc.).

 

2 thoughts on “Ética, impuestos, familia, justicia…

  1. Es muy interesante analizar nuestra posición en la sociedad y no justificar nuestras acciones en una supuesta injusticia. Contra la injusticia, entiendo y comparto en todo caso se deberá actuar por los medios convenientes. Comparto la importancia del ejemplo a nuestros hijos, y me pregunto cuanto más importante será en todo caso que nuestros hijos tengan que sacrificar una posición de privilegio y sean conscientes de la correcta acción de sus padres. Al fin de cuentas para que trabajamos sino para educarlos, y educar conlleva a sacrificio y ejemplos.

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