Me parece que el lector ya se ha dado cuenta de a dónde quiero llegar: la concepción «nueva» o «moderna» de la Responsabilidad Social (RS), en cuanto que se apoya en la voluntad de la sociedad, corre el riesgo de convertirse en un montaje ideológico. Bueno, toda concepción de la RS lo es, porque se basa en las ideas de los académicos, los practitioners o los políticos, y siempre en algunas de las muchas ideas que pululan por la sociedad y que constituyen el humus de nuestra manera de pensar.
Añado dos comentarios más a lo dicho en las entradas anteriores. Los intereses de la empresa y de la comunidad no tienen por qué coincidir, porque esta manera de entender la RS excluye la existencia de un interés compartido, y menos aún de un bien común. A menudo esas relaciones son conflictivas, y se resuelven mediante juegos de poder que llevan a equilibrios que resultan inestables cuando se producen cambios externos (una crisis económica, por ejemplo), o cuando una de las partes sale perjudicada en la relación, o cuando ha cambiado su poder para imponer nuevas condiciones, etc.
La RS se puede convertir en un armazón general, que no tiene en cuenta las necesidades y posibilidades de los actores concretos; una regulación que no dará lugar a adhesiones y lealtades.
Y ahora, el resumen. La RS que observamos hoy en día viene a resultar de la coexistencia de modelos en diferentes etapas de evolución. En algunos casos, la RS recoge el tratamiento ético de las relaciones entre las partes interesadas, que las organizaciones asumen con mayor o menor convencimiento, de acuerdo con criterios de justicia, solidaridad y prudencia, a veces con intervención de la ley, pero superándola.
Otras veces, la RS se amplía a unas responsabilidades genéricas, que van más allá de las relaciones interpersonales, y en las que la sociedad adquiere un papel más relevante: formula sus demandas y expectativas, identifica los derechos que subyacen a esas demandas, los apoya y establece mecanismos de presión, que trasladan a las organizaciones la responsabilidad por su cumplimiento, y exige su rendición de cuentas. Este modelo es una continuación natural del anterior, en cuanto que la sociedad identifica necesidades y derechos éticos, y añade una dimensión a social lo que antes era una relación eminentemente privada.
Pero aquí pueden aparecer ambigüedades que cambian la naturaleza de la RS. La sociedad postmoderna multiplica los derechos y, con ellos, el listado de RS. El sustrato de la RS deja de ser ético, para incluir mecanismos de negociación y manipulación, por parte de los grupos de interés y de las empresas; esto cambia la fuente de la obligatoriedad de la RS, y pueden hacer inestable las relaciones entre empresas y grupos de interés. El objetivo de unas relaciones justas y eficientes, en el que coinciden ambas partes, cede a un posible enfrentamiento entre ellas, con fines consecuencialistas, cuando los stakeholders tratan de extraer el máximo de rentas posibles a las empresas que, a su vez, se defienden y tratan de conservar sus ventajas; en ocasiones se pretende convertir la RS en un conjunto de regulaciones, a cargo no del Estado, sino de grupos de intereses, también con fines extractivos o de control.
Todas estas alternativas están abiertas en el debate académico y en la aplicación práctica. En todo caso, la RS no es un concepto unívoco, aplicable a todas las organizaciones en todos los entornos y épocas, porque no existe un único concepto de empresa u organización, porque los problemas que se presentan son diferentes en cada caso, porque los supuestos antropológicos, sociológicos, políticos y económicos de partida son distintos, y porque parece deseable dejar un margen a la actuación de los actores, en un tema en el que nadie tiene toda la información relevante, ni puede predecir todas las consecuencias de sus decisiones, y en que la libertad de iniciativa será siempre necesaria.
Los Comentarios de la Cátedra son breves artículos que desarrollan, sin grandes pretensiones académicas, algún tema de interés y actualidad sobre Responsabilidad Social de las Empresas.