Excelencia y perfeccionismo

¿Es conveniente tratar de ser excelente? Depende de lo que el lector llame «excelente». Si quiere decir que trata de hacer las cosas bien, de superarse cada día, de esforzarse… entonces está bien ¿no? Pero si excelente quiere decir que lo hace TODO bien, que NUNCA COMETE UN ERROR, o mejor, que nunca se perdona un error, entonces, claramente esto no funciona.

Depende, claro, del punto de partida, o sea, de la concepción que tengamos de nosotros mismos. Es bueno ponerse metas ambiciosas, pero teniendo en cuenta dos cosas, que me parecen importantes. Una: tenemos limitaciones. De muchos tipos: físicas, mentales, psicológicas, incluso algo tan inmediato como que no tenemos tiempo para hacer todo. Reconocer esto no es menospreciarse, ni convertirse en un ser mediocre. Es, simplemente, reconocer que somos humanos, y que esto es sinónimo de limitados. Sí, ya sé que esto no nos gusta, pero la verdad es la que es, «la diga Agamenón o su porquero». En el terreno moral, a esto se llama ser humilde, que no consiste en tener una autoestima baja, sino en conocernos como somos, no como nos gustaría ser.

Otra cosa importante; no vivimos solos, sino con otros. Y un error sobre nosotros mismos les hace daño a ellos. O sea, la excelencia mal entendida nos lleva a equivocarnos también sobre los demás.

El problema no es que busquemos la excelencia, sino que nos hagamos perfeccionistas, personas que se ponen el listón demasiado alto, lo que lleva a ser demasiado crítico -injusto- con uno mismo y con los demás; que no sabemos delegar, porque nosotros lo hacemos todo bien y los demás no; que nos obsesionamos con los detalles, porque ahí es donde se nota nuestra excelencia, aunque esto suponga olvidar el marco en que nos movemos; o que nos lancemos por caminos equivocados, porque nosotros ya sabemos lo que tenemos que hacer y los demás no; o que seamos lentos en la toma de decisiones, porque siempre tenemos miedo a equivocarnos (¡ah, el qué dirán!); que nos enfocamos en los resultados y no nos damos cuenta del proceso, que es donde hacemos daño a otros, y donde aprendemos nosotros a portarnos bien o, en este caso, mal.

El perfeccionista corre el riesgo de menospreciar a otros, aunque solo sea interiormente; trata de controlar el mundo a su alrededor, quizás porque tiene miedo, o por su sentido de superioridad. Y, si tiene poder, crea a su alrededor un clima de miedo, que hace que los demás no confíen en él, lo que acentúa su sensación de superioridad. Y lleva a ocultar los errores, a mentir para justificarse, echando la culpa a otros. Aplicado a la educación de los niños, produce unos tristes efectos en esas criaturas.

 

2 thoughts on “Excelencia y perfeccionismo

  1. Excelente reflexión profesor!

    Hay personas que por tratar de ser perfecto se autoflagelan con frecuencia. El resultado de esto? estado depresivo, sentimiento de inferioridad con los supuestos seres perfectos, etc

    Saludos

  2. Quiero felicitar al Prof. Antonio Argandoña por sus excelentes comentarios que nos envía en su blog y su constancia en mantenerlos periódicamente.

    Aprovecho tambien para desearle unas Felices Fiestas Navideñas y mucha salud e ilusión para el próximo año 2017.

Comments are closed.