Ya va siendo hora de acabar esta serie sobre cómo y por qué las empresas ajustan su empleo en recesiones como la que acompañó a la crisis financiera de 2008. En la entrada anterior expliqué por qué las empresas prefieren contratos temporales para sus ajustes cíclicos y, claro, también para los estacionales: los contratos indefinidos son demasiado caros, al menos relativamente.
Pero los contratos temporales tienen costes económicos y sociales importantes. Aumentan la inestabilidad de los empleados temporales, mientras que fortalecen la inamovilidad de los indefinidos. Estos adquieren más poder ante la empresa, lo que suele contribuir a elevaciones salariales que fomentan las desigualdad. La duración breve de los contratos temporales desmotiva a la empresa para formar a sus trabajadores, y a estos a esforzarse por mejorar su capital humano, sobre todo específico de la empresa. No sirven como trampolín para el empleo estable, porque el trabajo de muchos es una concatenación de trabajos de corta duración, sin apenas adquisición de nuevos conocimientos y capacidades. Los que se ven así tratados van a tener problemas duraderos, por las dificultades de acceso al crédito, adquisición de una vivienda, formación de una familia y acumulación de derechos suficientes para una pensión digna en el futuro…
Lo que se ha dado en llamar el problema de la dualidad, entre trabajadores con larga historia, contratos indefinidos, bien afincados, con poder relativo, protegidos por sindicatos y altos costes de despido, y los demás, es, pues, una continuación del problema del desempleo, como expliqué en mis entradas anteriores. Ahora quiero referirme brevemente a dos problemas también conectados: el de entrada en el mercado de trabajo de los jóvenes, y el de regreso de los parados a un empleo. El primero es el del alto paro juvenil; el segundo, el de la larga duración del paro en España.
El problema de los jóvenes, por decirlo de manera rápida y con algunas inexactitudes, tiene dos vertientes: preparación insuficiente y dificultades de acceso al mercado. Y es paralelo al del regreso de los parados, que no tienen la formación necesaria y que se encuentran también con problemas de acceso al mercado.
Los dos primeros problemas tienen que ver con la educación, formal o no, y con el reciclaje profesional, y se manifiesta en la alta tasa de fracaso escolar (el 60% de los jóvenes desempleados no ha superado la Enseñanza Secundaria Obligatoria, ESO), la sobrecualificación de muchos universitarios, cuya carrera no guarda proporción con los empleos disponibles; el insuficiente desarrollo de la formación profesional dual, la baja calidad e inadecuación de los cursos de reciclaje de parados, etc. Y los dos segundos son el eco del fracaso institucional de los mecanismos de contratación, y los efectos de unos contratos temporales que, en vez de ser la alternativa lógica de los contratos indefinidos para entrar en el mercado de trabajo, se han convertido en la única alternativa ante unos contratos indefinidos demasiado rígidos y caros.
Estoy de acuerdo, la temporalidad nunca debería ser norma, y coloca al trabajador en una posición muy dificil, para su salud enconómica e incluso su salud mental. Esta demostrado que hay una relación directa entre condiciones laborales precarias y la depresión.
me ha encantado la informacion y tienes razon con de que algunos jovenes no tienen la preparacion suficientes como las dificultades de acceso al mercado .
Buenísima Antonio, otra gran entrada la que te has currado crack!
Un saludo