Sí, me parece que la ética va más allá de la compliance, por varias razones:
- Pone énfasis en los aprendizajes morales. Las personas éticas mejoran su carácter y adquieren la capacidad de llevar a cabo en el futuro más acciones éticas, mientras que las que solo cumplen no puede decirse que mejoren (aunque esto dependerá probablemente de sus intenciones).
- La ética evita las consecuencias externas negativas de las acciones, como la compliance, pero, sobre todo, evita las consecuencias internas, sobre las personas. Es otra manera de decir lo del apartado anterior.
- La ética amplía los objetivos, más allá de los resultados económicos. El que cumple también puede conseguir muchos objetivos, pero el fin específico de la compliance es evitar las sanciones.
- Se fija en plazos más largos, porque trata de aprendizajes morales, adquisición de virtudes, que necesitan tiempo.
- Cambia las preguntas, porque se preocupa no solo de las consecuencias externas (premios, castigos), sino también de las internas.
- Pone el énfasis no en el control, la disciplina, la monitorización y los premios o castigos, sino en la responsabilidad, la profesionalidad y el servicio: cambia la motivación.
- Y como cambia la motivación, el ético actúa porque debo hacerlo, porque se siente responsable, no porque se lo imponen.
- La compliance trata de proteger a la empresa y a los directivos, pero la ética tiene en cuenta a todas las personas, empezando por el propio agente.
- La ética da confianza a los empleados, y los implica en las decisiones. La compliance puede garantizar, hasta cierto punto, que no ocurrirá una catástrofe jurídica, pero al empleado le quedará siempre la duda de, si ocurre una transgresión, la empresa procederá contra él.
La conclusión de todo esto es que la compliance está muy bien, pero, si queremos cambiar las conductas en la empresa, tendremos que ir más lejos, al terreno de la ética, y concretamente de la ética de las virtudes.
La ética en España es desde luego algo muy delicado, ya que los primeros que deben dar ejemplo de ética en este país, dejan bastante que desear. Una lástima, pues la ética debiera ser quien rigiera todas nuestras acciones.
Concuerdo con un comentario anterior, la ética y la moral en este país, difícil, al menos en el estado actual.
La ética es delicada de tratar cuando se trata de turismo en España. El arte urbano en Madrid está en conflicto a veces con la ética de los graffiertos locales. Cuál sería la solución?
ética empresarial en este país… difícil
Estimado profesor Argandoña:
Opino lo mismo que en el anterior comentario, el complicance es un tema muy importante para que lo traten exclusivamente los abogados.
Por lo demás un articulo excelente.
Cordiales saludos.
Querido profesor Argandoña,
Ya hace muchísimos años que Vd. me convirtió a la ética con sus escritos y conferencias. Y la ética es la esencia, centro y motor de todo, lo demás son anotaciones al margen casi siempre innecesarias. Si en una empresa o comunidad sus miembros saben y están convencidos de que vivir y trabajar éticamente es la única forma de ser persona, no son necesarios ni códigos mal llamados éticos ni departamentos vigilantes. Uno mismo está convencido de lo que debe hacer y sabe como ampliar su camino gracias a las virtudes. La clave está en enseñar ética, no en colgar inútiles códigos en las paredes. La RS, la compliance, ya es una pequeñísima parte de la ética. Abramos más aulas de ética en todas partes, en especial en las empresas. (además, con lo que cobra un profesor de ética, resultaría más económico…. disculpas.)
Saludos muy cordiales,
Estimado profesor Argandoña:
A mi entender un sistema de compliance si no aborda cuestiones éticas (es decir «ir, al menos, un poco más allá»), es un mal sistema, es un sistema que no es inteligente.
Creo que este tema del compliance, especialmente el compliance penal, es un tema demasiado importante como para dejarlo (solo) en manos de abogados (al igual que se dice que la ingeniería es algo demasiado importante como para dejarlo en las manos, solo, de los ingenieros) 🙂
Un saludo cordial
Serafín Carballo