La prudencia, una virtud poco común

Leí hace días un caso interesante: una madre contaba el caso de su hijo, el que acababa de regalar un Transformer, de modo que se fueron los dos al parque para que su hijo jugase con él. Nada más llegar, media docena de niños se abalanzaron sobre él, pidiéndole que les dejase jugar con él. La cuestión que presentaba la madre era: ¿debía animar a su hijo a prestar su juguete a los otros niños, o debía impedírselo?

La entrada daba argumentos variados sobre el tema. El niño no había tenido oportunidad de jugar ni cinco minutos con el regalo; le gustaba y deseaba disfrutarlo; los demás niños no tenían ningún derecho sobre ese juguete; podían estropearlo e incluso robárselo; pero quizás la madre debía animar al niño a ser generoso y compartirlo… ¿Dónde acaba el interés personal legítimo y dónde empieza el egoísmo? ¿Qué papel debe tener la madre: animar a su hijo a excluir a los demás, a compartirlo, o a diseñar unas reglas del juego nuevas, como sería jugar el solo durante media hora y luego llamar a los otros para que participasen?

El lector ya sabe la moraleja que quiero sacar, que figura en el título de esta entrada: mamá, ejercite la virtud de la prudencia. Valore las circunstancias, examine las intenciones de los candidatos a jugar, valore si su hijo está escorándose por el egoísmo o por la candidez, mire lo que hacen el resto de madres… Los manuales antiguos ofrecían claves: memoria del pasado, inteligencia del presente, pedir consejo, considerar las circunstancias, pedir consejo…

Pero la gran mayoría de los manuales modernos omiten estas consideraciones; a menudo, confunden la prudencia con la resistencia a tomar decisiones. Se fijan más bien en las normas: señora, si sale con su hijo a jugar y le asaltan los demás, lo que debe hacer es… La prudencia no omite las normas, pero va mucho más allá. «El conductor de todas las virtudes», decían los clásicos. Una virtud poco entendida y no siempre bien empleada. Así nos va.

8 thoughts on “La prudencia, una virtud poco común

  1. Y Valla que lo es y cada vez menos cultivada en nuestras sociedades… lamentablemente hay países donde la presión social por el mejor vivir y el escalar por posiciones de autoridad y seguridad económica extirpa como un grano la tan necesaria PRUDENCIA no solo de sus mentes sino que también de sus corazones. muy buena profesor.

  2. Bueno en este caso podemos decir que la prudencia es algo subjetivo, que va a depender de lo que cada quien considere y de donde está ubicado su límite, sin embargo la protección de los bienes personales debe ser una prioridad, es mi opinión. Gracias por una buena y corta enseñanza. Saludos

    1. Angélica: la prudencia no es subjetiva, si estás buscando lo mejor, pero sí lo es en el sentido de que nadie te puede decir qué es eso mejor: lo tienes que descubrir tú, en cada caso.

  3. Hablando de la prudencia, creo que sería forzoso citar «Ética a Nicómaco» de Aristóteles.
    Y hablando de la madre, mientras lo piensa y valora los pros y las contras, el niño ya lo resuelve por su cuenta (je, je), o se lo resuelve el resto de niños.

  4. Muy interesante Profesor, sin duda… y puedo aportar el libro El Arte de la Prudencia de nuestro gran clásico Baltasar Gracián.
    Muchas gracias.

  5. Profesor una gran lección que comparte con.un ejemplo tan sencillo.
    Muchas gracias, son.de.gran ayuda sus temas.

  6. Gran ayuda es el libro de Ética del profesor Polo, cuando dice: «Por ejemplo: ¡quiero creer! ¡No puedes! Sin la fe no puedes creer. La fe es una virtud infusa. El sentido de las virtudes no se acaba en la voluntas ut natura. Si queremos verlas en su uso práctico, hay que verlas a nivel de voluntas ut ratio y a nivel del uso activo» (esta última es la prudencia).

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