¿Una Responsabilidad Social del hogar?

Claro que hay una Responsabilidad Social (RS) del hogar. Ya he explicado otras veces que todo el mundo tiene sus responsabilidades que, por definición, son ante otros y, por tanto sociales (bueno, quizás también yo tenga alguna responsabilidad solo ante mí mismo, pero sospecho que esto también interesa a otros). Y, me pregunta el lector, ¿por qué interesas ahora por el hogar? Pues porque me he hecho cargo de la edición de un libro con el título «The Home: Multidisciplinary Reflections» (El hogar: reflexions multidisciplinares), que saldrá, si todo va bien, el año que viene, publicado por Edward Elgar, con el patrocinio de la Home Renaissance Foundation de Londres y el Social Trends Institute de Nueva York. Esto quiere decir que he añadido un nuevo tema, el hogar, a mis intereses docentes, de investigación y de divulgación. Como dice el refrán español, «éramos pocos y parió la abuela».

El libro ha sido escrito por autores de varios países y especialidades, desde la filosofía y la sociología, hasta el derecho, la medicina, la economía, la geografía, la bioingeniería… Y mi capítulo introductorio trata de dar unidad a esos enfoques, aparentemente desconectados. Mi tesis es que hay ciertos problemas que se entienden mejor desde el punto de vista del hogar que del de la familia, o la vivienda, o el barrio o ciudad… Bueno, quizás debería aclarar que para mí el hogar (home, en inglés) es una comunidad de personas (familia) en un espacio físico (vivienda), cumpliendo unas funciones sociales, hacia adentro y hacia afuera, en el tiempo…

Empiezo mi capítulo con algo que escuché hace unos meses a una doctoranda que vino al IESE a presentar su investigación. Explicaba lo que había pasado cuando Estados Unidos empezó a fumigar las plantaciones de coca de Colombia, cómo se había trasladado el cultivo a Perú, cómo las familias se vieron implicadas, cómo los chicos y chicas jóvenes adquirieron protagonismo, a edades inferiores a la edad penal, lo que significaba que dejaban la escuela para trabajar en las plantaciones de coca, cómo sus padres hacían como que no lo sabían (para evitar incurrir en un delito), cómo perdían sus estudios, año tras año, cómo aprendían «otras cosas», o sea, sobre el mundo de la droga, cómo acababan metidos en ese mundo, cómo años después los encontramos en las cárceles por sus actividades delictivas…

Y la cuestión que yo me planteé es: ¿cuál es el mejor punto de vista para un problema como este? ¿El de los chicos? No, porque son solo una parte del problema. ¿La escuela? Tampoco. ¿La familia, el trabajo infantil, el pueblo o la comarca, el gobierno…? Me pareció que el hogar, tal como lo he descrito antes, era la unidad adecuada para el estudio, hacia adentro (padres, hijos, otros parientes), en la economía (ingresos, gastos: los padres no pueden dejar que sus hijos se lleven el burro al campo de coca, porque sería cooperación a un delito), en el tiempo (la siguiente generación tiene unos padres que dejaron sus estudios, se metieron en la droga y se han vuelto criminales), en la geografía (hectáreas y pueblos con ese problema)…

Bueno, no he dicho nada sobre la RS del hogar. ¿O quizás ya he dicho muchas cosas? Bueno, otro día os contaré otras cosas sobre el hogar y sobre el libro. Y sobre un papel que estoy escribiendo sobre la teoría de la acción aplicada al hogar.