Leo una noticia sobre los precios de los alquileres de viviendas en Barcelona: han subido casi 100 euros en un año. Para una familia de recursos escasos, es mucho dinero. Y unos días antes, la queja de los consumidores por la subida del precio de la luz en horas de máximo consumo. Tienen razón, claro. Pero no toda la razón.
En el mercado, las subidas de precios tienen una función: señalar que la demanda ha crecido o que la oferta ha bajado, o sea, que los demandantes tienen que recortar su demanda o que los oferentes tienen que aumentar su oferta, o una y otra cosa a la vez. Podemos diseñar sistemas de precios en los que esas oscilaciones se eviten. Por ejemplo, estableciendo precios máximos. O subvencionando a los compradores -a todos o solo a los que lo necesiten. O regulando los precios, de modo que los oferentes mantengan los precios bajos cuando llega la subida, a cambio, claro, de mantenerlos altos cuando llega la bajada -algo que ya hacen los restaurantes, que suelen poner un precio fijo tanto si la mitad de las mesas están vacías como si hay cola de clientes para ocuparlas.
Los precios de mercado tienen una función: dan información y, por tanto, motivan una reacción, en los demandantes o en los oferentes. Si esa reacción no llega y los alquileres no suben, los propietarios de viviendas no tendrán incentivos para ponerlas en alquiler y los demandantes de viviendas no tendrán incentivos a trasladarse a una casa más pequeña, y algo parecido ocurrirá con la electricidad. Por tanto, esto no se debe olvidar.
Claro que hay que tener en cuenta otras cosas. El sistema de fijación de precios de la electricidad no es una respuesta a un mercado libre, sino que está lleno de condicionantes administrativos y legales. Y el mercado de alquiler de viviendas tampoco está liberalizado, porque, por ejemplo, desalojar a un vecino que no paga el alquiler puede ser una dificultad importante. En uno y otro caso, un cambio en las reglas del mercado puede facilitar el ajuste. Esa es la propuesta liberal: establezcamos unas reglas de funcionamiento del mercado (requisitos, permisos, licencias, impuestos…) que permitan el ajuste rápido -cuando es posible, que no siempre lo es: el incentivo a poner más viviendas en alquiler acabará chocando con la realidad de que hacen falta varios años para construir un edificio nuevo.
Deneme yazısı
Es lo normal en las grandes ciudades, pero la verdad yo pienso que siempre hay un punto intermedio y es una autentica locura esos precios que manejamos hoy día para un alquiler en un a gran ciudad como Barcelona por ejemplo.
Entiendo lo que explicas en el artículo, aún así creo que los valores de los servicios en Barcelona no se corresponden con los salarios. Especialmente el alquiler está muy por encima de lo que en mi opinión se debiese pagar en función del sueldo medio percibido.
La verdad es que en españa, barcelona es una ciudad muy cara y los arriendos estan en la nube
No conozco algo tan desastroso como la fijación de precios que tiene un país sobre la luz y las energías que deberían de ser públicas como en muchos países. Hoy en día como tu bien dices Antonio, es «penoso» que suba el alquiler de las viviendas en más de 100€. También la tecnología está siendo aprendida hoy en día por los más mayores y en las clases que yo imparto de forma pública en una biblioteca de Girona, son cada vez más personas mayores las que quieren aprender a crear un correo electrónico, como el de GMAIL https://www.bremail.com.br/gmail-login/ o de crearse cuentas en Redes sociales para poder adaptarse de manera inmediata al mundo moderno y quedarse atrás. Estamos en un avance muy bueno para unas cosas, pero para otras nos estamos quedando atrás.
Con Internet las reglas del juego han cambiado. ¿Podría ofrecerse, desde el punto de vista liberal, una buena forma de promover herramientas tecnológicas de autorregulación del mercado? Plataformas de coordinación, autopromoción de viviendas, crowdfunding, etc.. Bastaría con potenciar un poco el diseño web y el marketing online…