La economía del regalo

Encontré hace unas semanas una entrada en Mercatornet que me hizo pensar. Su autor es Patrick Fagan y se titula algo así como «La economía escondida que el amor y las madres generan». Me interesó, porque yo había hecho una propuesta parecida, pero en otro ámbito, el de la empresa. Mi idea es que todos aportamos y recibimos muchas cosas en nuestro trabajo: conocimientos, experiencia, capacidades, virtudes, valores… y también horas, esfuerzo, medios materiales (el propietario aporta el capital de la empresa, que también es necesario para producir). Muchas de esas aportaciones son, llamémoslo así, físicas (máquinas, horas, sudor), pero otras son intangibles (conocimientos, actitudes). A veces, la sonrisa de un colega es muy valiosa.

Fagan dice algo parecido, referido a la familia, y más enfocado. «La distribución de los ingresos de una empresa, una familia o un individuo amplía enormemente la economía de la empresa, la familia o el individuo». Está pensando, por ejemplo, en el impacto de las donaciones, regalos o ayudas a otras personas, pero, sobre todo en el papel de las madres: «la madre en su casa, dedicada a la educación de sus hijos, está implicada en una actividad múltiple de dar y regalas continuamente». Mencionando un libro de John Mueller, Fagan apunta a que el trabajo en el hogar puede muy bien doblar el ingreso económico neto de la familia.

Sophia Aguirre estudió la aportación neta de la mujer norteamericana a la economía del hogar, y concluyó que, a no ser que su trabajo sea cualificado y bien remunerado, esa aportación neta es muy pequeña, una vez que se tiene en cuenta los gastos de transporte, la remuneración a alguien que cuide de los hijos en ausencia de la madre, etc. Con mis argumentos, explicados antes, hay que considerar la diversidad de «bienes», no solo económicos, sino también de conocimientos, capacidad, valores y virtudes, del trabajo en el hogar.

10 thoughts on “La economía del regalo

  1. Estoy convencido de que asi es, pero porque esa tarea solo se le encomienda a las madres? los padres no tenemos la misma implicación, las mismas posibilidades, las mimas capacidades?
    Si deseamos la igualdad de sexos debemos empezar por romper estos estereotipos que parecen arcaicos y mas propio del estudio antropológico en que los machos eran cazadores y los sustentadores de la familia y las mujeres las que estaban al cuidado del hogar.
    Las funciones estaban distribuidas por que la realidad social era otras, pero hoy en día, las realidades han cambiado, pero no las mentalidades.
    En mi caso fue mi mujer quien decidió abandonar el trabajo para cuidar a nuestras hijas, ha sido la mejor decisión que jamas hemos tomado, pero no niego que a mi me hubiera gustado tener su misma oportunidad, seguramente no lo hubiera hecho también, ni creo que la sociedad lo hubiera comprendido de la misma manera que nosotros.

  2. Justamente el bien se refiere a la voluntad. Es un «verdadeo» (le decía Polo) distinto. También es distinto el modo de sincronizar pero, cuando se refiere a aspectos «productivos» hay una especie de sincronización eficaz.

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