En una entrada anterior me referí a algo que leí en la Newsletter ZEWnews, una asociación alemana. Y ahora quiero aprovechar otro breve artículo de la misma fuente, que explica qué cosas debe hacer la Unión Europea (UE) y qué cosas deben hacer los países miembros, en este caso, con los refugiados. El problema viene de la avalancha de refugiados que llegan continuamente a Europa, y de los problemas de su recepción.
El artículo, de Friedrich Heinemann, explica que este es un caso típico para ser resuelto por la UE en su conjunto, no por cada país. Y el motivo es que, lo que ocurre con los refugiados, tiene efectos sobre toda la UE, no solo sobre cada país -es un problema de externalidades o efectos externos. Hay unos costes, que recaen sobre el país que los acoge: atención, estudio de los casos, temas médicos, políticas de integración, posibles conflictos locales… Las ventajas, sin embargo, suelen estar más repartidas. El autor señala dos ventajas. Una, que la recepción de refugiados ayuda a resolver los problemas en los países a los que esos refugiados llegan inmediatamente, como Jordania y Líbano, y a la UE le interesa que esos países no sufran demasiado por eso. Y el otro argumento es que la recepción de refugiados está de acuerdo con los principios morales de la UE.
El problema es, pues, que los beneficios son para todos, más o menos, pero los costes recaen en los que reciben a los refugiados en primer lugar. La reacción es, lógicamente, la del «viajero sin billete»: pasar los costes a los otros países vecinos, cerrando las fronteras. Y el resultado es que estos también cerrarán las suyas.
De ahí la propuesta de que la política europea hacia los refugiados sea una política a nivel europeo, que reparta los costes entre todos, no solo entre los afectados en primer lugar. Es la solución general de este tipo de problemas en la UE. Por ejemplo, la política medioambiental es global, de toda la Unión, porque las fábricas de un país contaminan a todos los demás. En cambio, la política escolar debe ser de cada país, porque cada uno tiene sus instituciones y su cultura, y no les gusta que les digan desde fuera cómo deben enseñar a sus niños; en este caso, los costes están concentrados, pero los beneficios también.
Yo creo que lo importante es no perder de vista la categoría del artículo pero cambiando empresa por países: «Responsabilidad social y ética de los países». Por eso, yo creo que lo fundamental es ver el problema de forma global, con políticas a nivel internacional que permitan inversiones en los países de origen para que la emigración desesperada no sea la única solución, donde los principales beneficiados son las mafias que manejan las rutas y que son los que mayores réditos consiguen de todo el problema.
Con el ánimo de aportar, estimado profesor Argandoña, le recuerdo que existe una operación estadística llamada de primera cuantificación (cuando la cantidad de partículas no cambia) y de segunda cuantificación (cuando puede cambiar). El primer caso se puede estudiar (en la física se llama clásica) como caso particular de la segunda. Pero ésta puede ser de dos tipos: la primera (llamada de Bose-Einstein) es para casos en que la confusión se da para individuos que entran y salen libremente de un sistema (consumidores-demanda) y, la segunda, para casos organizados (empresas-oferta por ejemplo). En mi libro de economía, aseguro que el equilibrio se da para una actividad económica (T), pero lo normal son los desequilibrios.
Además, esas cuantificaciones, conllevan que cada parte tiene “su ciclo”. El de compra (demanda) puede ser muy distinto que el de venta (oferta) y, sin embargo, ambos se deben aproximar lo más para evitar desplomes (o por lo menos, se estudian las respuestas a funciones de entrada respectivas, gracias al control óptimo).
El caso que yo estudié es el de las tasas de interés y encontré que por ser le economía de USA más diversificada, la respuesta a largo era más estable y generaba dependencia a Europa. Es cuestión de hacer bien las cuentas. Nada más lógico que eso. Pero las cuentas se dan en el mercado-tiempo. No sólo el mercado. Por eso la co-contra-varianza.