Vuelvo sobre este tema, que viene de antiguo, sobre todo porque la mentalidad anglosajona reduce, a menudo, la Responsabilidad Social (RS) a filantropía, o sea, dar dinero para acciones sociales. Que, claro, es una responsabilidad de las empresas, pero lo es también de los ciudadanos, porque todos tenemos que participar en el bien común. En todo caso, la RS no se reduce a dar dinero: primero hay que hacer las cosas bien en el propio negocio, y luego contribuir al bien de la sociedad en otros ámbitos.
Ahora quiero solo salir al paso de algunas críticas que se hacen a menudo a esta manera de entender la acción social como parte de la RS. Una es que esa no es responsabilidad de las empresas, sino del Estado. Me parece un error: la preocupación por el bien de todos es una tarea de todos, de toda la sociedad. Pero a menudo no nos sentimos movidos a preocuparnos de las necesidades ajenas, de modo que tiene que haber alguien, el Estado, que nos mueva a hacerlo y, llegado el momento, que tome la iniciativa. Y las razones son varias. Una, y me parece muy importante, es que el Estado tiene otras motivaciones. Por ejemplo, la promoción de un sistema de seguridad social para todos, que abarque situaciones como la enfermedad, la discapacidad y la vejez, no es acción social. Por ejemplo, no puede existir un seguro de desempleo privado, porque crearía el incentivo a que la empresa que despide y el trabajador despedido se pongan de acuerdo para que aquella se ahorre su sueldo durante un tiempo, y este disfrute de unas vacaciones pagadas por la compañía aseguradora. Regular esto y, en su caso, gestionarlo, no es filantropía, no es acción social, es racionalidad económica. Y, claro, tiene también una importante función social. Pero, además, los políticos tienen otros fines, también personales, en sus actuaciones.
Claro que las empresas también dan dinero para necesidades inmediatas (comedores de caridad, por ejemplo) o más a largo plazo (sostenimiento de escuelas en países en vías de desarrollo, por ejemplo). Esto, ¿corresponde solo al Estado? Me parece que no. Del mismo modo que atender al automovilista que acaba de tener un accidente no es responsabilidad primera de las ambulancias públicas, sino del primer ciudadano que pase a su lado.
«Pero esto puede llevar a un desperdicio de recursos, o a un uso no priorizado de los mismos». Sí, claro, si alguien supiese cuál es «la» verdadera prioridad de las necesidades. Suponer esto supone que el gobernante desinteresado sabe todo sobre las necesidades de los ciudadanos. Hayek ya mostró hace años que esto no vale para las necesidades que llegan al mercado. Y, con más razón aún, podemos concluir que no lo sabe acerca de esas otras necesidades que, por definición, no van a parar al mercado. Hay que dejar, pues, iniciativa a los agentes privados para que se ocupen de ellas.
«Pero esas necesidades son un derecho humano«. Sí, pero esto no significa que solo las pueda atender el Estado. No hay, no debe haber una falta de respeto en el hecho de que una persona se acerque a un pobre que pide dinero a la puerta de un supermercado o una iglesia, y le dé unos euros. Y esto me lleva a otro tema: ¿qué necesita el necesitado? La visión de muchos es: medios materiales. Bien, pero también necesita, a menudo, una sonrisa, una persona que le escuche, que le dé un abrazo… ¿Esta es tarea de los funcionarios públicos?
En conclusión: sí, las empresas tienen también la RS de ayudar. Más directamente, es la responsabilidad de sus propietarios, pero es lógico que, a menudo, la deleguen en las empresas, porque estas tienen más medios (economías de escala, por ejemplo), y pueden seleccionar mejor las necesidades. En última instancia, libertad, ¿no?
Comparte tu opinión. Por lo general pedimos responsabilidades, como ciudadanos, cuando en realidad tiene que salir de nosotros las acciones de responsabilidad social.
Y no comparto el punto de vista de la filantropía como medio de «disculpa» por las acciones de una empresa, esto suena a «He roto y volveré a romper los jarrones de tu casa, así que voy a apoyar a la asociación de ayuda a los artesanos constructores de jarrones».
Creo que el punto de vista de este concepto también debe de cambiar e intentar no romper más jarrones, si vuelvo a utilizar la misma metáfora.
Qué es la ética de la empresa constituye una breve reflexión sobre las ventajas que aportaría el desarrollo de criterios éticos en el ámbito empresarial. En las últimas décadas la falta de ética profesional y de honestidad en el mundo de los negocios ha llenado páginas y páginas de periódicos y ha sido protagonista de notic
Todo lleva a una buena medición. Las mediciones son de dos tipos: cuantitativas y cualitativas. Y las últimas acostumbran hacerse así: en una escala del 1 al 10 ¿cuánto duele? Es decir que los números nos dicen mucho sobre nuestras necesidades. Medir cada vez mejor, algo que se ha realizado por la física-matemática a lo largo de los siglos. Y lo cualitativo conlleva resultados cuantitativos: como el piano (Bach+Napier), que pasó primero por el heptacordio (viento+cuerdas), a partir del monocordio (Pitágoras). Hacer las cosas mejor requiere medirlas mejor, y los resultados son casi siempre cualitativos (para seres humanos). No parece posible que si lo físico-material deba medirse con números co-contra-variantes, lo humano se mida del 1 al 10. Hay algo que se quedó en el tintero … ¿cuándo fue?