Un buen amigo, Salvador Bernal, me ha llamado la atención sobre una tribuna en Le Monde del 28 de septiembre, instando a un nuevo modelo de filantropía. El lector recordará que he dicho en otras ocasiones que la filantropía no es Responsabilidad Social (RS), aunque forma parte de ella: la responsabilidad por los impactos de la empresa en la sociedad también incluye la responsabilidad por hacer algo distinto, especial, ajeno quizás al negocio. Pero la responsabilidad social abarca otras cosas.
El mencionado artículo cita dos retos de la filantropía empresarial hoy. Uno es el de la legitimidad: ¿tienen derecho las empresas o sus fundaciones a ayudar a las obras que quieran? ¿Es correcto «privatizar el interés general»? El otro reto es el del impacto: la filantropía ha de ser eficaz, llevarse a cabo con profesionalidad.
¿Tiene sentido reclamar que la filantropía cumpla esos dos retos? Me parece que sí, si queremos que figure como RS en las memorias de la empresa y que disfrute de exenciones fiscales. Claro que cada uno es libre de dar dinero a quien quiera, sea al que le pide por la calle o a la onegé cuyo programa le gusta. Pero la «oficialidad» de la RS puede imponer condiciones. Que, por otro lado, deben ser muy amplias: se puede dar a quien uno quiera, salvo a aquellas actividades antisociales, inmorales, injustas o nocivas. Y se puede dar con la esperanza de que el resultado sea positivo, aunque a veces será muy reducido. Pagar las camisetas del club de fútbol local puede ser una actividad filantrópica, aunque su rendimiento sea mínimo, desde el punto de vista social.
Lo que no me parece correcto es imponer algún tipo de control social a la filantropía, por ejemplo para exigir que se dedique a determinadas actividades, en lugar de a otras, siempre que estas cumplan las condiciones mencionadas antes. Y tampoco la exigencia de medir el resultado social, porque esto es muy caro y, probablemente, tendrá un cierto grado de arbitrariedad. Aunque es bueno que las empresas y sus obras sociales se pongan metas altas: proyectos en colaboración con entidades solventes, ambiciosos, con impacto social, sostenibles…
La filantropía es algo que debería abundar más. Es psicológicamente necesario que las empresas tengan más misiones en este mundo que ganar dinero. Desde la experiencia de psicólogo.
Muy buen artículo Antonio. Realmente este blog es para sentarse en una silla gaming y leer todos y cada uno de ellos. Un abrazo.