Es sabido que, durante mucho tiempo, se ha confundido la Filantropía con la Responsabilidad Social (RS). Quizás recordando el deber moral de ayudar a los necesitados, se consideró que la principal RS de una empresa era ayudar a la gente de su alrededor, y también a la más alejada, compartiendo con ellos los beneficios de la empresa. Si nos vamos a unos siglos atrás y pensamos, por ejemplo, en la vida en un pueblo agrícola pobre en Europa, ese deber parecía claro: si la cosecha venía mal, o si la enfermedad o la muerte golpeaba a la familia de un vecino pobre, los ricos del pueblo tenían el deber de ayudar. También en las ciudades, los artesanos bien situados se sentían motivados a ayudar a los vecinos pobres. Por eso quizás, la RS adoptó pronto la forma de ayuda a los necesitados, próximos primeros, pero también remotos. Este fue, inicialmente, el modelo norteamericano de la RS (y digo esto aun reconociendo que es una simplificación de la realidad).
Con el paso del tiempo, hemos ido cambiando nuestra concepción de la RS. La definición de la Comisión Europea, que tantas veces he mencionado en este blog, ayuda a ampliar la visión: es la responsabilidad de la empresa por sus impactos en la sociedad (y, como me hizo notar Antonio Vives, también la gestión de esos impactos). Por tanto, ya no es solo repartir parte de los beneficios, sino considerar todos los impactos, algunos de los cuales son económicos y otros no, y los económicos pueden implicar una necesidad de fondos, pero no necesariamente, ni siempre. Debo tratar bien a mis empleados, y esto no se arregla dándoles más dinero. Debo cuidar el medio ambiente que se deteriora por mis procesos de producción y de transporte, pero esto no se arregla financiando el equipo de fútbol del pueblo o financiando un envío de medicinas a un país afectado por un terremoto. A menudo, la filantropía es una manera de compensar los daños causados; pero esto no tiene en cuenta que el primer deber es no causar daño; el segundo es evitar que ese daño se produzca en el futuro, y el tercero compensar directamente a los perjudicados. Si un obrero de mi fábrica se ha roto la pierna porque no cuidé las medidas de seguridad y prevención de accidentes, esto no se compensa haciendo un regalo de Navidad a toda la plantilla.
Lo que quiero decir es que la filantropía tiene que ver con la RS, pero no puede confundirse con ella. La filantropía, una ayuda desinteresada a otra persona o a un colectivo, es un deber relacionado con la propiedad, no con la empresa, o mejor, con la empresa en cuanto propiedad de alguien (y aquí deberíamos utilizar un concepto amplio de propiedad, incluyendo, por ejemplo, el capital humano y tecnológico). Todo propietario, por pobre que sea, tiene responsabilidades sociales relacionadas con su condición de propietario. Es responsable de cómo gestiona su patrimonio, de cómo usa sus bienes, de no causar daños con ellos, de compensar los daños producidos, de no impedir el derecho de los otros, de cumplir los contratos, de pagar los impuestos justos, de respetar el medio ambiente, de obedecer las leyes sobre la propiedad… De no dejar improductivos sus recursos, de atender las necesidades de otros, de contribuir a una sociedad más justa y eficiente.
Una manera de atender a estas responsabilidades, que muchos hacen suya, es la de crear empresas, o financiarlas, o contribuir a su desarrollo: la primera responsabilidad puede ser, a menudo, esta. Pero hay otras. Dar dinero, de lo que sobra y, a veces, de lo que no sobra, porque hay necesidades de otros que son urgentes o importantes; del mismo modo que yo no puedo limitarme a llamar a los bomberos si cae al río una persona que no sabe nadar, y no hay otro que pueda ayudarla, salvo yo, que sé nadar y puedo hacerlo con razonables esperanzas de no perecer en el intento.
Hay muchas maneras de ser filántropo. Prestando dinero, cediendo un espacio en mi almacén a una entidad que lo necesita, contribuyendo con mi trabajo al funcionamiento de una onegé, ayudando a organizar una actividad de promoción de un tema social…
Y todo esto lo pueden hacer las personas, pero también las empresas u otras organizaciones, sobre todo si tienen capacidades que una persona no tiene, o disfrutan de economías de escala, o tienen ventajas de otro tipo. Ya se ve que la RS no es solo repartir parte de los beneficios, sino algo mucho más rico, profundo e importante. Es, como decía la definición mencionada más arriba, sentirse responsable por mis impactos en la sociedad. Impactos negativos, pero también positivos. E impactos por acción, y también por omisión. No sea que se nos pueda aplicar lo que contaban de la reina María Antonieta: «¿Por qué se quejan estas personas?». «Porque no tienen pan». «Pues que coman galletas…».
Excelente post y estoy de acuerdo con lo que menciona sobre la diferencia de la filantropia y la Responsabilidad Social (RS) y como ha cambiado sus significado a lo largo de la historia.
Estimado profesor, en el capítulo de Filosofía y Economía de Polo: El saber y la virtud como culminación de la vida; Polo afirma: “el hombre es capaz de un actuar correcto, el cual se mide en términos de verdad y de aportación benéfica para el prójimo. Pero en esa misma medida, también el hombre es capaz de mejorar. Ambos resultados son inseparables. Por tanto, ni el ‘egotismo’ ni el ‘filantropismo’ ni el ‘virtuosismo’ son acertados, porque son unilaterales. Lo social y la virtud son inseparables (Polo trata de las llamadas ‘virtudes sociales’ en Quién es el hombre, cap. VII), pues el fin de la convivencia es la bondad del vivir. El ejercicio activo de nuestra naturaleza no apunta a objetivos lineales aislados, sino a un objetivo complejo y conjunto. De otro lado, también en esto se distingue el hombre del animal. Un animal no puede recibir de su propia naturaleza ese premio que se llama virtud. En términos de perfección, la naturaleza humana también es un fin en sí misma. Por esa razón no se puede entender al hombre como un eslabón de la serie evolutiva de las formas de vida. Y también por eso no tiene mucho sentido el propósito de ‘autorealizarse’, como si el hombre fuera un artefacto. Hay que realizar el bien; pero es miope tomarse a sí mismo como objetivo sin darse cuenta que la propia naturaleza es la encargada de autofinalizarse, lo cual excluye por completo que el fin de la naturaleza humana sea asunto técnico”. Para mí, cabe destacar tanta coincidencia !!!