Los partidos de izquierdas suelen ver con malos ojos al sector privado, al menos cuando entra en terrenos de política social. Pero es algo necesario: como decía hace poco una alta directiva de la International Finance Corporation, una rama del Banco Mundial, no hay manera de conseguir erradicar la pobreza simplemente con medios públicos, que no son suficientes, sobre todo en países en vías de desarrollo.
Una forma de esa colaboración es lo que se llama «financiación combinada», que usa estratégicamente la financiación pública, la financiación al desarrollo (por ejemplo, instituciones internacionales como la antes citada), las instituciones sin ánimo de lucro y las empresas privadas. En algunos países es necesario invertir mucho en infraestructuras, desde energía y agua hasta carreteras y telecomunicaciones. Los fondos privados podrían acudir a esos lugares, pero les retrae el riesgo político, la inseguridad ciudadana, el riesgo de un cambio de regulación y tantas otras barreras, que impiden que un inversor con fondos llegue a ponerse de acuerdo con una empresa del país o con un gobierno local para dejarles dinero para alguna de aquellas actividades.
La financiación combinada viene así en ayuda de todos los implicados. Por ejemplo, un organismo internacional puede aportar la asistencia técnica necesaria para el proyecto. El sector público puede asumir algunos de los riesgos que frenan al inversor privado y que, a menudo, dependen del mismo sector público, como hemos mencionado antes. Compromisos de mercado, como cuando el gobierno o un organismo público garantiza la compra de un número mínimo de vacunas que asegure la rentabilidad de su producción.
Un aspecto positivo de estos proyectos es que favorecen el acuerdo entre muchos stakeholders: gobiernos nacionales o locales, instituciones multilaterales de desarrollo, investigadores, empresas extranjeras con negocios en el país y empresas y comunidades locales, los trabajadores y, a menudo, los jóvenes, que ven ahí la oportunidad que necesitan para dejar su huella. Un ejemplo: con el cambio climático se conoce la mayor probabilidad de ciertos fenómenos, como huracanes e inundaciones, que deterioran las infraestructuras, lo que abre la oportunidad de colaboración de los investigadores con los inversores, las empresas constructoras y los gobiernos locales para tener infraestructuras más seguras. Otro ejemplo: diseminar las previsiones meteorológicas entre los agricultores para proteger mejor las cosechas, cosa que pueden llevar a cabo las mismas compañías de seguros que correrán con el riesgo.
En fin, la vieja separación entre sector público y sector privado está necesitada de una redefinición. Y la ideología no hace otra cosa que estorbar ahí.
Genial artículo!
Estimado Antonio, el tema que aborda es muy importante y deberíamos aportar soluciones innovadoras. La colaboración público privada es de gran interés en la búsqueda de soluciones a temas complejos, dífiles de resolver desde la óptica privada o pública, es por ello que entenderse y trabajar juntos puede ser una buena solución para muchos problemas que siguen candentes; la pobreza, la reducción de riesgo de desatres, la desigualdad….
Como siempre, gracias a la sincronía, estimado profesor; se puede estimar la T de la distribución de Boltzmann en cada sector y/o zona geográfica (lo que usted quiera) para conseguir saber si las condiciones de experiencia, corporatividad, etc.; poseen una T mayor que asegure el flujo positivo sin aumento de entropía hacia una T menor. Se puede afinar considerando otras distribuciones como las de Fermi o Bose para calificar mejor el asunto. Todo es gracias a correlaciones. No hay que usar las contra-relaciones para este caso