En una entrada anterior, comentando la tragedia de Chernobyl (aquí), me preguntaba por lo que significa para nosotros, ahora, a estas alturas del siglo XXI, la virtud de la esperanza. Y fui a buscar ideas en un maestro, el profesor Leonardo Polo, de la Universidad de Navarra, filósofo, fallecido hace unos años. Resumo sus ideas, sin demasiado orden.
«La cuestión de la esperanza no versa sobre lo que sobrevendrá«. No es un viaje hacia algo que aún no conozco. Polo viene a decir que el ser humano da siempre; la esperanza tiene que ver con encontrar al que va a ser destinatario de mi donación: ¿quién va a aceptar mi regalo? Alguien que se lo merezca, alguien que pueda corresponder. De nuevo no es encontrar a alguien que me vaya a dar a mí, sino a alguien que sea el destinatario de mi donación. La esperanza, dice Polo, «no es una tendencia, porque se funda en el amor e intenta corresponder». Espero porque amo. La falta de esperanza de tanta gente hoy es, en el fondo, falta de amor: falta de capacidad de amar (de dar), y falta de capacidad de ser amado (de dejarme amar).
La esperanza no es el deseo, sino algo que, de algún modo, me es exigido, porque busca la dignidad de todas las personas y la fomenta. Espero porque el otro merece ser amado, no porque me vaya a dar a mí lo que yo necesito, sino porque me va a permitir a mí darle a él. La esperanza no se conforma con lo ya conseguido, quiere hacer más, dar más: es una negativa a deternerse, a decir basta. O sea, invita a compartir y colaborar. Espero en los demás porque voy a compartir con ellos, voy a colaborar con ellos. No sé si ellos estarán a la altura de la situación, pero yo sí quiero estar a la altura, por mi parte.
Leí hace poco la historia de María Belón, una superviviente, con su marido y sus hijos, del tsunami del sudeste asiático que destruyó muchos pueblos el 26 de diciembre de 2004. María contaba que había tenido miedo, mucho miedo, no solo por su vida, sino por la de tantas personas, y especialmente por las de los suyos. Y decía que tener miedo es humano, pero que hemos de aprender a usar esos miedos para seguir moviéndonos hacia adelante. La valentía, decía, es saber utilizar el miedo para aprender y crecer. María tenía esperanza. Pero otro día seguiré con este tema.
Gran artículo, que junto a las dos entradas sobre la serie de Chernobil y HBO nos hacen reflexionar sobre la esperanza.
Estimado Antonio, un tema de gran interés «la esperanza». La esperanza surge de una convicción positiva, buscar el bien, es por ello, que es un motor para atravesar los problemas y un estímulo para seguir adelante. La persona, el empresario, el técnico…, verdadera esperanzado sigue en la búsqueda de su propósito, sin temer al francaso, sin desvanecer por la falta resultados, de apoyos o reconocimientos….
Saludos cordiales,