En la entrada anterior me ocupé de la ética del cuidado, a raíz de una entrevista a Helen Kohlen en El Periódico. La conclusión que saca ella, y a la que yo me apunto, es que el cuidado es necesario, y va más allá de la justicia y, en general, de los principios. Yo decía, citando a Benedicto XVI, que se refiere al amor. Quizás no tenemos una definición muy clara de qué es el amor, pero todos lo entendemos cuando vemos a alguien que cuida a otra persona, pero de verdad, no con frialdad, como el que cumple un deber. Amar es procurar el bien para la persona amada, todo el bien, no solo alguno. El dependiente que nos envuelve la compra que acabamos de hacer cuida de un aspecto de ese bien, pero quizás se queda corto cuando se trata de los demás bienes que me atañen. Es justo, cumple los principios, pero no ama.
Kohlen habla del cuidado de los enfermos inmigrantes, que vienen de otra cultura, tienen otras percepciones y «ven» otras cosas. «Esto no es solo un problema del idioma, dice, sino también de saber escuchar su background, entender sus historias y su vulnerabilidad». Ahí aparece el amor. Y puede tenerlo el dependiente mencionado, que quizás nos hace un comentario agradable, nos sonríe, se interesa por lo que vamos a hacer después…
«La ética del cuidado es un contrapeso del neoliberalismo«, dice Kohlen, «porque el neoliberalismo está demasiado focalizado en el individualismo, es muy estratégico y nada comunitario». ¡Pobre liberalismo!, que se ha confundido con el individualismo, quizás por culpa de los economistas y de una versión individualista del capitalismo. Pero el énfasis en la libertad de la persona no tiene por qué suponer egoísmo, distanciamiento del otro. «La ética del cuidado defiende un mundo donde el cuidado a la gente es lo más importante», dice Kohlen. Se está refiriendo, diría yo, a la ética de las virtudes, aunque por ahí se entiende a menudo como una ética que viene de ciertas predisposiciones de las personas, y no de un esfuerzo positivo, constante, por escuchar al otro, entenderle, conocer su problema y tratar de ayudarle. La ética de las virtudes es la ética del amor, que es la virtud principal. E incluye la ética del cuidado, aunque esta se puede quedar corta y se limita al sentimiento. El verdadero cuidado, lo mismo que el amor, arranca del sentimiento, pero se traslada a la razón y a la voluntad y acaba en la virtud. Bueno, al menos me lo parece a mí…