No lo digo yo: lo dice Branko Milanovic en Letras Libres (aquí), a propósito del fracaso de la lucha contra la pandemia del COVID-19 en Occidente, comparándolo con Oriente. Menciona un trabajo de la Universidad Johns Hopkins y The Economist Intelligence Unit, publicado en octubre de 2019, sobre la capacidad de los países para hacer frente a una epidemia global. El país mejor preparado era, cómo no, Estados Unidos (1.000 muerte por millón a mediados de diciembre), seguido de Reino Unido (otros tantos) y Holanda (casi 600). Vietnam (0,4 muertes por millón estaba en el lugar 50 del ranking, China en el 51 (3 muertes por millón)… Indonesia (69) e Italia (casi 1.100) estaban juntas en el ranking…
Explica las muchas causas que se atribuyen a ese fracaso: gobiernos incompetentes, confusión administrativa, «libertades civiles»… Cuando se miran las macrovariables relevantes, no se entiende que los países con más médicos y enfermeros per capita, gasto sanitario, nivel de educación de la población, renta total y camas en hospitales lo hayan hecho tan mal.
Milanovic propone una causa distinta: la impaciencia. El confinamiento se impuso a regañadientes, tarde, y se levantó demasiado pronto cuando se produjo una mejora, que la población entendió como el fin de la pandemia. Cuando en otoño volvió la epidemia, se repitió el error. La causa que él propone -y reconoce que no tiene argumentos para esto, ni cifras, ni nada- es la impaciencia: en Occidente nos gusta resolver las cosas del modo más rápido y con el coste menor.
Identifica dos fenómenos generalizados relacionados con la impaciencia: la necesidad de ganar dinero rápidamente, no con constancia y durabilidad, y el elevado endeudamiento de las familias: financiar el consumo inmediato con deuda, en lugar de ahorrar para poder consumir más tarde.
No echemos en saco roto el diagnóstico de Milanovic. En el mundo de la empresa vemos también esa enorme impaciencia, probablemente fruto de la financiarización de la economía: los beneficios han de crecer cada trimestre, los objetivos se han de conseguir sin tardar… Me parece quetodo sería mucho mejor si diésemos mayor importancia a la paciencia.
Muy buen artículo, muy bien explicado todo,se agradece, gracias.
Por ser la empresa un proceso, no puede valorizarse en una foto sino en una dinámica: lo que se llama ciclo. Se puede visualizar mejor a nivel micro, por lo que se llama “lote”, el que hay que renovar cada cierto tiempo. El costo del lote se unitariza en cada unidad producida C/q de modo geométrico. Pero los gastos horarios van aumentando con cada unidad producida. Se puede asimilar al punto de equilibrio, pero contra-variando con el tiempo geométrico, no co-variando, aunque esto también ocurra. Eso normalmente ocurre, en estos casos geométrico-aritméticos, con fasores de segundo orden como los modelos macro del ciclo, pero no son esas variables sino las que digo.
¿A qué viene todo esto? Que ni la gripe fue estudiada así y por eso no se supo cómo empieza. Esos modelos biológicos tradicionales tampoco son cíclicos y por eso no lograron nada. Patty y yo vamos a publicar mi libro de la constante de la ecología (que te envié hace dos años y se publicó en el IEFLP, revista en internet Nº 59) de nuevo, con otro título, pero se obtiene una idea de cuánto demora conseguir un resultado final en esos campos. Y es qu si se enfoca como foto, la cosa no resultará porque es un proceso. Y lo mismo vale para la RSC.
Gracias Antonio por tu presencia asidua en internet con entradas como esta