¡Buena noticia! ¡La Responsabilidad social (RS) parece ser contagiosa! Esa es la conclusión que saco de la lectura de un working paper de Pia Ramchandani, Hamsa Bastani y Ken Moon, de la Wharton School, titulado «Responsible sourcing: The first step is the hardest». Si la RS significa que las empresas son responsables de sus impactos en la sociedad, también lo serán de los impactos de las empresas que les suministran primeras materias o productos más o menos elaborados. De ahí la importancia del «suministro responsable»: las empresas deben tener unos estándares para sus suministradores, darlos a conocer, exigirlos y auditar su cumplimiento, sea directamente, sea a través de entidades o de onegés que se encarguen de esa tarea.
Esa no es una tarea fácil y barata. Hay que moverse en países muy distintos y a menudo muy remotos, con proveedores que tienen poco interés en aumentar sus costes con medidas que muestran que cumplen los estándares fijados, con auditoría caras y a veces difíciles… Por eso es frecuente que las empresas sigan el suministro responsable solo en algunos productos, países o proveedores, lo cual puede ser interpretado como que el resto de sus proveedores no están controlados, es decir, no hay garantías de un suministro responsable.
El trabajo que comento recoge experiencias del suministro de café, y analiza las quejas o denuncias por incumplimiento de reglas de RS, en asuntos como la transparencia de las fuentes, el trabajo infantil o esclavo o el incumplimiento de los estándares medioambientales. Y llegan a la conclusión de que las marcas que tienen algunos productos o marcas auditados y otros no presentan niveles denuncias entre un 61% y un 78% menores que las marcas que no tienen ningún producto auditado. Su conclusión es que el hecho de someter algunos productos a auditoría de RS provoca un proceso de aprendizaje en la organización que le lleva a ser más cuidadosa en todas sus actividades. O sea, la RS es contagiosa.
Esto viene a coincidir con la vieja tesis aristotélica de que si alguien cumple la ley por mero cumplimiento, no por convencimiento, esto no mejora su virtud; pero el hacerlo de manera repetida puede generar aprendizajes que hagan que, cada vez más, la conducta meramente ordenada a cumplir se convierte en una conducta de practicar la virtud de que se trate. La virtud sigue a la práctica.
Así es Antonio. En transistores se descubrió ese efecto en la naturaleza. Que no es de los efectos cooperativos como imanes y eléctricos sino al revés, justo se construye a propósito un diodo directo «soldado» (unido) a un inverso (es decir, la batería se une al positivo en uno y al negativo en otro). El truco se parece al contra-efecto buscado que es que, la unión entre ambos diodos, se hace tan pequeña (micras) que pasan «de largo» los electrones de uno al otro y se obtiene una amplificación de la señal de 200 mili a 200 Giga voltios. Primero se descubrieron los «tubos de vacío» en los años 30 o 40 (casi 100 años ya), pero la lógica es similar. Si se lleva a un espacio de recursos co-contra variantes como siempre te he dicho, en economía se llaman empresas o negocios