Hoy no tenía muy claro de qué iba a escribir. Pero he recibido un email de un amigo mío, que me ha brindado el tema. Ese email adjuntaba un pequeño informe sobre una iniciativa que mi amigo puso en marcha en su empresa, una multinacional japonesa que dirigía desde España el negocio en bastantes países de su entorno, hace ya bastantes años. Un centro de ese multinacional contaba con 28 trabajadores que, con la ayuda de una organización social sin fines de lucro, puso en marcha un proyecto pionero de educación y rehabilitación de personas con discapacidades mentales, proporcionando a esas personas ocupaciones y oportunidades adecuadas a su situación.
El centro que él dirigía viene ofreciendo desde hace años algunos puestos de trabajo, incluidos los servicios de un monitor, para que desarrollen capacidades y autoconfianza que les permitan volver luego al mercado en otros lugares; un entorno protegido para personas que nunca estarán en condiciones de competir en el mercado laboral, pero para las que tener oportunidades de contribuir de una manera significativa son cruciales para su salud y su estabilidad mental. «Nuestro objetivo, dice en su informe, es que esas personas discapacitadas consigan la igualdad en una sociedad en la que sean tan valorados como todos los demás, y disfruten de las mismas oportunidades que ellos».
«Ni qué decir tiene, esto no es caridad. Esto es responsabilidad social y una satisfacción ética» para la empresa y sus personas -concluye el informe. De acuerdo en que esto no es caridad, entendida como dar limosna. Pero sí es caridad en su sentido más original: es amor. El amor es un sentimiento que percibimos con ciertas personas que están próximas a nosotros, pero es también una virtud que nos lleva a querer lo mejor para alguna persona. Lo que describe mi amigo es virtud de la buena. Consiste en mirar a nuestro alrededor, identificar a personas que lo pasan mal, que sufren, que están mal tratadas, y manifestarles el amor que sentimos por ellos tratando de hacer algo bueno para ellos. Probablemente el amor así manifestado es una parte de un amor que los que así se comportan sienten por todos, y que no pueden manifestar ante todos, de manera concreta y directa; por eso hacen una selección de personas a las que manifestar su caridad.
No me extraña que el personal de ese centro esté orgulloso de pertenecer a esa empresa, y que la empresa continúe con esa práctica que, además de caridad, es responsabilidad social y satisfacción ética.
Gracias a iniciativas como la que expone el artículo estos chicos y chicas se siente valorados e integrados en el mundo laboral y sobre todo en la sociedad en general, debería ser una finalidad primordial para todas las grandes empresas y que estas no lo hagan por la imagen de puertas afuera si no por destacar sus valores y ética.
Que buen ejemplo y que buen proyecto el de tu amigo y su empresa. La inclusión social está más allá de reservar un puesto de trabajo para alguien con distintas capacidades, sino hacerle sentir parte integral del equipo y de la empresa. Fantástica iniciativa.
La verdad que me llamo muchísimo la atención este articulo y de verdad pienso que si todas las personas pensaríamos parecido el mundo mejoraría. Fue muy inspirador leerlo, muchas gracias.
Qué iniciativa tan bonita e inspiradora. Ojalá que todas las empresas fueran sensibles a estos temas e impulsaran proyectos como este. Contribuirían a una mayor humanización de nuestra sociedad.
Muchas gracias por este artículo.