Leía hace unos días un artículo en una publicación norteamericana sobre el deterioro de la confianza de los ciudadanos en prácticamente todas las instituciones de su país. Y me puse a pensar en España, donde ese deterioro también es patente, con pocas excepciones. Y no es solo cuestión de la crisis económica o de la pandemia, porque el problema viene de antiguo.
Los que lideran nuestras instituciones -políticas, judiciales, económicas, de medios de comunicación, docentes, deportivas…- deberían ser modelo en su manera de dirigir, para que cada institución cumpla sus fines y para que el conjunto del sistema institucional del país esté fuerte y sólido, y actúe como el pegamento que mantiene unidos a los ciudadanos.
La confianza se crea cuando de una persona esperamos que tenga capacidad para hacer lo que debe hacer o lo que ha prometido hacer, es honesta y está dispuesta a poner los intereses de los ciudadanos -empezando por los de su negociado- por delante de los suyos, personales o grupales. O sea, cuando muestran competencia, honestidad y carácter. Lo más importante aquí es el carácter, en cuestiones de integridad, corrupción, hipocresía y servicio.
El artículo en cuestión señalaba que las instituciones deben operar en el contexto en que está previsto que lo hagan. Un peligro es politizar la institución o el cargo, porque supone entrar en un terreno en el que no tiene legitimidad. Lamentablemente, vemos la política infiltrada hoy en la universidad, en muchas grandes empresas, en asociaciones profesionales, en onegés, en los medios de comunicación…
Los líderes deben dirigir instituciones, pero buenas instituciones. También porque unas se apoyan a otras y contribuyen a aquella confianza que los ciudadanos necesitamos para florecer como personas y para que el país prospere. Habría que darles lecciones de ética y conseguir que la vivan en el día a día de sus instituciones. Habría que enseñarles a pensar más allá de su puesto de trabajo actual, con visión amplia. Habría que enseñarles que dirigir es servir. Y enseñarles a ser responsables y a dar cuenta de sus actuaciones ante la sociedad.
Muy buena Nota, una aplicación del principio CCCC = Coherencia Crea Credibilidad y Confianza.
Cordiales saludos, Carlo