Me llamó la atención el título de un paper (aquí) de Russell Powell, «Spirit of the Corporation». ¿Existe algo que podamos llamar el «espíritu» de una empresa? Su tesis es que las instituciones, también las económicas, pueden tener una existencia separada de las personas que las componen, y que pueden influir en los comportamientos de esas personas. Al referirse al espíritu de una sociedad, cita a Emile Durkheim diciendo que se manifiesta en sus patrones, reglas, normas y otros elementos que se pueden identificar con su cultura.
El paper, escrito para la realidad norteamericana, discute si el «espíritu» de una empresa debe ser la maximización del beneficio u otra cosa. El autor se refiere al objetivo del beneficio diciendo que «el núcleo del deber de los directivos es actuar en el mejor interés de la empresa», y que la invocación de otros objetivos es «urge a los inversores, directivos y reguladores a un estándar más alto». Entre esos estándares incluye los deberes para con los stakeholders, el modelo de producción en equipo (la empresa es un equipo de inversores, directivos, empleados y otros stakeholders que tienen que colaborar en la consecución del propósito de la empresa), la responsabilidad social corporativa y otros modelos mixtos, como el de codeterminación de Alemania, el modelo humanista de las empresas japonesas o el modelo de las empresas chinas, sometidas a un control político directo.
Lo más interesante del paper es que sostiene que el entorno legal y social no condiciona totalmente el «espíritu» de la empresa, sino que deja un margen, que puede ser muy amplio, para que los fundadores o los directivos encuentren su propia manera de entender lo que sería la misión o propósito de la empresa. «La reorientación de la esencia de una estructura organizacional depende de las personas humanas que la forman», que pueden imprimir unos caracteres específicos al funcionamiento de la empresa. Esas personas pueden ser los CEOs, los miembros del consejo de administración o del equipo directivo, inversores activistas o incluso los trabajadores, y cita algunos casos interesantes de esas influencias.
Mi conclusión al acabar de leer el artículo de Powell es que no hay una sola manera de influir en el «espíritu» de la empresa, en su cultura y en la manera como las personas que están en ella entienden su papel y su propósito. En todo caso, siempre hace falta una idea clara de lo que se quiere conseguir, una voluntad encaminada a conseguirlo, perseverancia en el intento y un esfuerzo por institucionalizar esos caracteres, de modo que se integren en el día a día de la empresa, empezando por la contratación de personas (directivos) identificados con ese espíritu y siguiendo por la negociación con los inversores para que estén de acuerdo en financiar una empresa con ese propósito.
Muy interesante. Habia publicado un artículo sobre la misma idea, aunque de manera menos elocuente que Russell Powell, en «Como se conforma la responsabilidad de la empresa: De las personas a la empresa y viceversa». en mi blog en noviembre del 2020, en https://bit.ly/ConforRSE
Gracias por recordármelo, Antonio.