Me entró la curiosidad al ver un breve artículo que trataba de explicar las conclusiones de una reunión académica sobre el «propósito superior» en una Escuela de Negocios norteamericana. No me aclaré demasiado. Hay, decían, un propósito de la persona, de cada persona, y un propósito de la organización.
Definían el propósito superior (higher purpose) como un fin prosocial que trasciende los fines habituales de los negocios. Algo que opera en la intersección entre los fines del propósito superior y los fines del negocio: beneficios, cuota de mercado, valor para el accionista… Una definición más formal lo presentaba como la dimensión más profunda dentro de nosotros, nuestro núcleo, nuestra esencia, donde tenemos un profundo sentido de lo que somos, de dónde venimos y a dónde vamos… El propósito aporta conciencia a la cultura y la organización se convierte en un sistema moral.
No es, decían, caridad ni responsabilidad social corporativa, que pueden perseguirse independientemente de las decisiones del día a día. Un propósito superior auténtico debe actuar como el árbitro de las decisiones de la empresa, como el filtro con el que se miran todas ellas. La organización debe actuar en la intersección de los fines de la empresa y de los fines de su propósito. A la empresa corresponde conectar su propósito con el de los empleados, desarrollando una cultura de cuidado para ellos, como una familia.
Me acordé de mi colega Juan Antonio Pérez López, cuando definía el propósito o misión externa de la empresa como de qué necesidades de qué personas (clientes) iba a cuidarse, y el propósito interno como qué necesidades de las personas que están dentro de la empresa iba a atender cuando estas personas se cuidasen de las necesidades de sus clientes. No es un añadido a los objetivos de la organización como negocio, sino algo más profundo. Esto se ponía de manifiesto en uno de los papers presentados en ese congreso, en que un par de investigadores explicaban que los cuidadores de un zoo, incluyendo aquellos que limpian las jaulas, sentían que estaban usando sus capacidades y talentos para resolver un problema del mundo real: preservar especies en peligro de extinción y educar al público hacia el mundo natural. Me pareció una magnífica ilustración de las dos misiones de Pérez López.
Hola soy José. Me parece muy brillante la exposición de Antonio, concibiendo un trasfondo de las empresas hoy en día como una parte espiritual, un compromiso y una humildad compatibles con el hecho de conseguir beneficios. En ese aspecto, no se olvida, de los trabajadores más humildes de la misma, como dice con los «cuidadores de un zoo», cuando junto con otros trabajadores establecen un fín moral y ético del zoologico. O como yo al comprobar en el sur de españa la llegade de inmigrantes para ocupar la base de la piramide. para más información visitar: http://www.zaharadirect.com
El Propósito Superior es inspiracional, y debería implicar a todos los stakeholders de las compañías, no sólo a los directivos, ya que parece que trasciende a la propia Misión.
Me parece muy importante y de gran impacto económico y social.
Muchas gracias Profesor.
Gracias por tus entradas como siempre, que inspiran ideas elevadas. Por ejemplo, recordé que para Polo las empresas y/o instituciones están al servicio de las personas, de cada una. Y por ello, el propósito debe dirigirse y centrarse en cómo se orienta a cada persona, sea directivo, cliente o empleado de la organización. Eso no se hace y es donde residen todas las incoherencias, hoy por hoy