La generosidad de espíritu

A menudo hablamos de generosidad cuando nos referimos a dar cosas a otros: una propina por un servicio, una limosna o una ayuda económica a alguien, prestar nuestro coche a un colega que tiene una urgencia… Hoy quiero hablar de otro tipo de generosidad, que también se da -se debe dar- en las empresas. La llamaré generosidad de espíritu, porque da cosas mucho más íntimas que unos bienes materiales. Como la generosidad material, también la espiritual consiste en dar algo nuestro, algo que nos cuesta dar porque es valioso para nosotros, no algo que nos sobra, y en dar voluntariamente, no por obligación, deber o deuda -o, en su caso, dar más allá de lo que es deber o deuda. Y dar algo que es un beneficio para el receptor. Y que se da con espíritu abierto, alegremente.

Generosidad de espíritu es, por ejemplo, hacer una valoración favorable de las acciones o ideas de otra persona: lo que ha hecho o dicho puede interpretarse de varias maneras, pero lo reconozco desde el punto de vista más favorable. Esto es la empresa suele ser muy importante, porque pone en valor a la persona con la que soy generoso. Esto suele ir acompañado de otra forma de generosidad, que suele ser la de dedicar tiempo, atención y esfuerzo a esa persona: estoy siendo generoso con mis capacidades intelectuales.

Otra forma de generosidad de espíritu, que brota de un corazón generosos, es la de perdonar a otro, dejando de lado el resentimiento y quizás el interés en reclamar algo de él, como una disculpa pública o una compensación que le podría pedir.  O cuando no le exigimos que reconozca que su idea o su actuación fue idea nuestra… O cuando aceptamos un regalo que nos hace, no por el valor que tenga la cosa regalada, sino porque es una muestra de la generosidad de esa persona.

No cabe duda de que en las empresas se producen muchas situaciones en las que se puede ejercer esa generosidad de espíritu, y no solo del líder frente a los subordinados, sino entre todos…

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One thought on “La generosidad de espíritu

  1. Es que el ser humano es libre. No trabaja para ser o hacer algo muy noble como sería lograr que con otras personas -institución- prevalezca eso que quieren lograr, sino que eso es -me atrevo a afirmar, y creo que es de Polo- alimentarse para seguir viviendo, pero como ser social. Es otro tipo de alimento, inmaterial; aunque los resultados se adjudiquen, tanto él como los demás, materialmente. Es un alimento propio (también inmaterial) que perfecciona su saber-hacer personal, a cada una de las personas de la institución y, al mismo tiempo, tienen que crecer en virtudes para seguir haciendo juntos lo que aprendan a hacer, cada vez mejor. Es un dar espiritual de todos en una empresa: comunidad de personas (acabo de leer tu libro)

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