Ahora que se habla tanto de la inteligencia artificial (IA) y de la ética aplicada a la misma, es un buen momento para hacer algunas reflexiones sobre el tema. La primera es que el foco ha de ponerse en las personas, no en las máquinas o el software.
Un principio ético importante en este tema es el de la autonomía humana, basada en la dignidad y los derechos de la persona. Este principio sostiene que la IA tiene que tener siempre en cuenta la participación de la persona en los procesos y en los resultados. En última instancia, siempre debe haber una persona verificando esos procesos y resultados y tomando las decisiones; otra cosa es que «delegue» en la máquina, pero esta no puede ser la última palabra. La persona no puede estar subordinada, manipulada o coaccionada por la máquina.
Otro gran principio ético es el de evitar el daño, razón por la cual la persona debe estar siempre al mando del proceso. La IA no puede afectar a la integridad física o mental de las personas y del medioambiente, debe ser siempre segura, previendo los riesgos, y cuidar especialmente de las personas vulnerables -la solidaridad.
La justicia es otro gran principio ético en el desarrollo y uso de la IA. Justicia en la distribución de los costes y beneficios que se produzcan en el proceso, ofrecer iguales oportunidades a todos, cuidar de que la privacidad de las personas sea siempre respetada e impedir el control continuo de los poderosos.
El cuarto principio es la explicabilidad: la IA no puede ser una caja negra, sino que ha de ser auditable e inteligible, cosa que no siempre es posible, dado que los datos se utilizan de muchas maneras y con poco cuidado en ocasiones. Los que obtienen y poseen los datos han de ser responsables y ofrecer toda la información necesaria sobre el origen de esos datos y su manipulación, respetando siempre el derecho a la privacidad de los afectados.
Son principios muy generales, pero muy importantes si queremos que la IA no cause daño sino que contribuya a un beneficio real para la sociedad.
Totalmente de acuerdo con los principios éticos expuestos. La IA tiene el potencial de transformar nuestra sociedad de maneras sorprendentes, pero es fundamental que lo haga de una manera responsable y ética. La autonomía humana es un valor fundamental que debe preservarse en todo momento. Aunque deleguemos tareas y decisiones a la IA, siempre debe haber un control humano y una supervisión para garantizar que se respeten los derechos y la dignidad de las personas.
Asimismo, la prevención del daño y la seguridad son principios esenciales. La IA no debe poner en peligro la integridad física o mental de las personas ni dañar nuestro entorno. Es importante que se realicen evaluaciones rigurosas de riesgos y se implementen salvaguardias adecuadas para proteger a las personas vulnerables. La solidaridad y el cuidado hacia los demás deben ser pilares fundamentales en el desarrollo y uso de la IA.
La justicia también desempeña un papel crucial. La distribución equitativa de los costos y beneficios generados por la IA es esencial para evitar desigualdades y garantizar que todos tengan las mismas oportunidades. Además, se debe proteger la privacidad de las personas y evitar un control excesivo por parte de aquellos con poder. La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para garantizar que los sistemas de IA sean explicables y auditable, de manera que se comprendan los procesos y decisiones tomadas.
Estos principios éticos generales establecen una base sólida para el desarrollo y uso responsable de la IA. Si se aplican de manera adecuada, la IA puede convertirse en una herramienta poderosa para el beneficio de la sociedad, siempre y cuando se tenga en cuenta el respeto hacia las personas y se evite cualquier forma de daño.