La revista «Business Ethics, the Environment and Responsibility» ha recogido recientemente un conjunto de artículos presentados en una conferencia anual de EBEN en Valencia, en junio de 2019. Van precedidos por un breve artículo de tres colegas españoles, Ginés Marco, Pedro Francés y Domènec Melé con un título como el que he puesto a esta entrada. Quiero recoger aquí un par de ideas que me han gustado especialmente en ese texto.
La primera se refiere al trato que debe dar -y que no siempre da suficientemente bien- la ética a la obligación que tiene la empresa a servir a la sociedad. Las empresas, dicen los autores, nacen en la sociedad, se nutren de las personas que viven en esa sociedad, de las tecnologías que se han desarrollado, de las infraestructuras, el capital humano y social y muchas más cosas. Por eso deben servir a la sociedad. Y lo hacen, sin duda. Los autores hacen una larga lista: generación de conocimientos, desarrollo de cultura, aprendizaje en las organizaciones, productos y servicios para todos, guía para la innovación y la creatividad, facilidad para un gran número de relaciones sociales y muchas más. Y subrayan que «se ha prestado poca atención al hecho innegable de que las empresas deben servir a la sociedad, y lo hacen«.
La segunda idea es la de la contribución de las empresas al bien común de la sociedad «a través de sus actividades específicas de producción, comercial y organizacional». «Las empresas contribuyen a la creación de estos bienes comunes esenciales y este papel constituye el fundamento de su justificación ética y de sus deberes para con la sociedad». O sea, lo que justifica a las empresas es su tarea diaria, no (solo) los «extras» que incluyen en sus memorias de responsabilidad social y sostenibilidad.
Me parece muy importante que el fin de la creación de una empresa (con sus servicios o productos) intenten aportar algo más que el sentido monetario que tienen como fin último. Con este aporte, ganarás, no sólo ese fin último sino como sociedad.
Al final todo suma en la cadena de valor y el fin último es cumplir con el consumidor. Si un trabajo se hace bien, el consumidor va a sentir que el producto que tiene es de valor y de calidad. Es vital en la ética de los negocios.