Vuelvo sobre un artículo ya antiguo, que tenía almacenado: «Can money set you free?», en el suplemento semanal del Financial Times del 29 de enero de 2010 (verlo aquí). El novelista John Lanchaster (en la foto) cuenta ideas y experiencias de su padre que era banquero, y aprovecha para hacer algunas reflexiones sobre el dinero, que me permito reproducir (con una traducción un poco libre).
«Él [su padre] también creía que el dinero, por sí mismo, es la libertad. E hizo como mucha gente hace: un intercambio de su trabajo a cambio de seguridad financiera». Pero «su trabajo como banquero me hizo a mí consciente de que los intercambios que la gente hace entre su trabajo y su vida suelen estar muy sesgados. La seguridad es una idea complicada, y tiene la capacidad de atraparnos -esto es algo que aprendí de mi padre».
«El dinero no es, automáticamente, la libertad. Hay que fijarse cuidadosamente en lo que uno hace antes de concluir que, en efecto, eres libre. Este es un análisis coste-beneficio que todos hemos de llevar a cabo en nuestras vidas».
«Una de las peculiaridades del mundo de las finanzas es que ofrece la sensación de que sus participantes tienen razón. Toda transacción en el mercado tiene un comprador y un vendedor y, en la mayoría de los casos, uno tiene razón y el otro está equivocado, porque el precio sube o baja. El peso acumulado de esta sensación de acertar o estar equivocado es una de las cosas que hace psicológicamente distintos a los que se dedican a las finanzas. Si trabajas con dinero, y si haces dinero, esto prueba que tienes razón, aunque del modo más puramente inhumano. Es por ello que los que han tenido éxito en el mundo del dinero suelen tener una alta opinión sobre ellos mismos. Y ésta es también la razón por la cual se ven a ellos mismos como ejemplos de racionalidad, cuando los otros suelen verlos como personas ligeramente chaladas».
«Una de las creencias más profundamente sostenidas en nuestra cultura viene expresada por la pregunta: ‘Si usted es tan listo, ¿por qué no es rico?’. Pero la gente que se mueve en las finanzas es rica -de donde se puede deducir, lógicamente, que todo lo que ellos deciden hacer lo hacen de manera inteligente».
Si, es cierto, es muy atractivo el tema y muy fácil de caer en la demagogia del título.
La pregunta para mí no es si el dinero no dá o no la libertad, sino cuánto dinero hay que pagar para ser libres. La respuesta es; nada.
Nada en términos económicos pero mucho en términos de compromiso.
Recuerdo que mi padre me comentó que en cierta ocasión, se topó con un trabajador, visitando las cadenas de montaje en una de sus empresas, que le preguntó: Don Jose María, usted tiene muchos hijos porque tiene mucho dinero. Mi padre tiene 11 hijos. Y le contestó, no tengo mucho dinero porque tengo muchos hijos.
Esa es la gran diferencia. Distinguir entre fines y medios. Entre dar el mínimo o el máximo.
Nunca me han atraído los negocios financieros, los bancos, sus dirigentes, los valores que defienden, las prácticas monopolísticas que practican. La banca siempre gana.
La calidad de un estado de derecho, es inversamente proporcional a los beneficios de la Banca. Si, ¿o sí?