En la Revista de Antiguos Alumnos del IESE, en su número de enero-marzo de 2013, publico un artículo sobre «El deber de las empresas: construir un mundo más justo» (aquí, en versión publicada en la web del IESE). Es el texto ampliado de la conferencia que pronuncié en la Global Alumni Reunion en Sao Paulo, el pasado mes de noviembre. La tesis ya la he explicado otras veces en este blog: las empresas pueden ser un factor transformador de la sociedad, y los empresarios y directivos tienen la responsabilidad de llevar a cabo este cambio. Explico que esto es verdad si entendemos la empresa como un equipo de personas que se unen para conseguir un objetivo común, que incluirá la producción de bienes y servicios para atender a las necesidades de las consumidores, la creación de riqueza para la sociedad, la creación de rentas para todos los que participan en la producción y, más allá de todo esto, la «producción» de otras «cosas», como satisfacción para los propietarios (estoy orgulloso de tener una empresa como esta), directivos (me encanta dirigirla) y empleados (pagaría por trabajar en ella), la creación de conocimientos, capacidades, actitudes y valores para todos ellos, la integración de la comunidad local, el desarrollo del negocio de los proveedores… Vamos, que si no se hubiese inventado antes la empresa, habría que inventarla ahora.
Por eso digo que la empresa es responsable de la creación de un mundo justo y eficiente. Claro que no todas lo hacen, pero, como ya he explicado otras veces en este blog, las empresas tienen una gran contribución al bien… aunque a veces hagan contribuciones al mal –que son las que ocupan los titulares de los medios de comunicación. Y claro que no es eso lo que dicen muchos economistas, pero esto se debe, probablemente, a que nunca se han metido de verdad en una de ellas, ni se han sentado durante unas horas a ver cómo se las arregla el hombre o la mujer que la dirige. Pero, en todo caso, vuelvo a lo que he dicho antes: la responsabilidad de la empresa es esa.
Ojalá tenga razón y cada vez más empresas se monten en el tren de la responsabilidad. Lamentablemente, hoy en día hay más de una persona y organización que actúa sólo en base al criterio de máximo beneficio. Sin embargo, con el esfuerzo de las personas, las empresas y los gobernantes podemos hacer entre todos un mundo más justo y humano.