La ética… pero, ¿qué es la ética? (IV)

Ya va siendo hora de acabar con la pregunta que vengo arrastrando desde hace unos días. Mi propuesta es que la ética tiene tres componentes: bienes o valores, normas o reglas y virtudes. 

  • Bienes o valores. La ética consiste en buscar el bien y evitar el mal. Hay muchos tipos de bienes. La dignidad humana es uno de ellos, de carácter moral. El dinero es otro, práctico. Pasarlo bien también es un valor, placentero. No todos son igualmente válidos, claro: por disfrutar de un delicioso helado en un día de verano, no tengo derecho a insultar y despreciar al camarero. La ética aconseja buscar el bien, intentar hacer todo el bien que se pueda, y el mejor bien posible. Claro que esto no resuelve todos los problemas, porque a menudo tengo que renunciar a un bien elevado, para tener otro, también elevado. Los bienes son, pues, lo que nos mueve a actuar, pero no son suficientes. Además, a la gente, también a los expertos, lo de los bienes no les gusta, porque no ofrecen soluciones claras, porque no tenemos criterios inequívocos sobre lo que es mejor o peor, no en general, sino en cada caso concreto. Y esto, claro, nos obliga a tomar decisiones difíciles, y esto no nos gusta. Un problema de nuestra sociedad es que nos dicen que nuestras empresas tienen que hacer todos los bienes posibles, desde cuidar de la salud de sus empleados hasta dar trabajo a discapacitados, luchar contra el cambio climático, erradicar las corrupción, pagar generosamente todos sus impuestos, concliar trabajo y familia… Demasiados requisitos, ¿no? Es que falta ordenar los bienes y, sobre todo, entenderlos en cada caso concreto.
  • Normas o principios. Esto está más claro: ¿qué dice la ley? ¡Oh!, pero la ley no lo dice todo, y puede ser injusta o inhumana. Mejor los principios éticos, ¿no? Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti: la llamada regla de oro. Pero yo no estoy en las mismas circunstancias que el otro. Al final, recalar en la norma o en los principios puede degenerar en comportamientos rígidos. Si un empleado ha cometido un delito, hay que denunciarlo a la policía. Vale, pero, ¿siempre? Para la autoridad, esa es la norma, pero, ¿debe serlo también para un amigo?
  • Virtudes. De ellas hablé ya en una entrada anterior. Son esos hábitos adquiridos que le llevan a uno a actuar siempre de acuerdo con lo mejor: con los mejores bienes y con las mejores normas. Y siempre en el caso concreto: uno no es injusto «en general», sino en cada decisión específica, teniendo en cuenta las personas y las circunstancias. Y aprendiendo cada vez. Pero, claro, hay que tener en cuenta en casa caso no solo el hábito de la justicia que yo tengo, sino también los bienes que están en juego en este caso, y los princpios o normas aplicables.

Decididamente, la ética consiste en bienes, normas y virtudes, y todos juntos. Ante la infracción cometida por un subordinado, el directivo debe valorar lo que es bueno para la empresa, para el interesado y para los demás, y para el propio directivo (cosa que muchas veces no se tiene en cuenta). Y habrá que ver qué normas y principios son aplicables, teniendo en cuenta que hay normas más importantes (las que afectan a la justicia, por ejemplo), y otras menos (las que se ocupan de que todas las operaciones de la empresa se reflejen adecuada, clara y completamente en su contabilidad). Y todo esto lo tendrá que valorar el directivo desde sus virtudes, pensando que, después de la decisión que vaya a tomar, tendrá que haber mejorado en su capacidad de tomar buenas decisiones en el futuro. O sea, que se ha convertido en un buen directivo. Que es donde queríamos llegar, ¿no?