Individualismo y tribalismo

La palabra tribalismo no me la he inventado yo; la encontré en una columna de David Brooks en el New York Times de hace unos meses, y la guardé porque me parecía interesante. Brooks explicaba que en Estados Unidos están dominando las fuerzas centrífugas, es decir, las que disgregan, rompen y separan a los ciudadanos y a las instituciones. Me atrevo a decir que en nuestro país ocurre lo mismo. Y en otros muchos. Lo del tribalismo es una consecuencia del individualismo que nos trae las fuerzas centrífugas: en vez de luchar cada uno por nuestra cuenta, nos reunimos en tribus que se pelean entre sí.

Debe ser una enfermedad frecuente en muchas sociedades. Históricamente, nos unimos con otros para trabajar juntos: así aparece la tribu. Luego colaboramos con otras tribus, probablemente para defendernos de enemigos comunes. Y vamos extendiendo el ámbito de nuestros colaboradores, formando comunidades amplias, regiones, países… Tenemos objetivos comunes, lo que en la empresa llamamos propósitos comunes que, ya he explicado alguna vez, no consiste en que todos estemos de acuerdo en maximizar los beneficios de los accionistas, sino en que todos estamos de acuerdo en tener un proyecto común, algo que nos une alrededor de un producto, un mercado, una tecnología, un equipo humano…; los beneficios, lo mismo que los salarios y otros componentes del precio, vendrán luego. Así nos hacemos fuertes, en la empresa y en el país, gracias a ese proyecto común, ese propósito compartido, un lenguaje también compartido… y todo eso nos lleva a rechazar los prejuicios, evitar lo que divide…

Esto ha cambiado en nuestra sociedad. Brooks señala el papel de la ideología de género, que se basa en señalar la diferencia, no lo que une, y en presentar al otro como enemigo. El resultado es una continua lucha entre poderes. Entonces aparece el tribalismo: nos aliamos con los que están en nuestro lado y nos enfrentamos a los demás. Y el origen está en el individualismo: yo pienso en mí, en mis derechos, en mis intereses, en mis ideas… Los demás son peligrosos, son posibles enemigos, no puedo fiarme de ellos, sobre todo si tienen otro color de piel, otra lengua, otra religión… Pero, claro, nos quedamos solos, enfrentados a unos millones de personas que no piensan como nosotros. Y entonces necesitamos aliados, que refuercen nuestra identidad, subrayando la oposición a los otros. Como decía Pascal Bruckner hace ya más de veinte años, la mayor ansiedad es moral: cada uno debe escribir su propio evangelio y definir su propia virtud. Y aquí nos apoyamos en la lucha contra el opresor, sea el que sea. Compartir causa con los que sufren la misma opresión nos descansa. Y Bruckner concluye que hemos retrocedido, de un ethos moral sofisticado, a otro primitivo.

Me queda una pregunta: ¿puede la empresa ser un factor de unidad, una fuerza centrípeta? Porque en la empresa tenemos un proyecto en común, compartimos una misión, hablamos el mismo lenguaje (bueno, no siempre, pero al menos lo intentamos). ¿O resulta que la empresa nos lleva a ver a los otros, los competidores, los proveedores, los clientes, los financiadores, como enemigos?

Antonio Argandoña es Profesor Emérito de Economía del IESE.

 

3 thoughts on “Individualismo y tribalismo

  1. Qué gran post que comparto plenamente.
    Consecuentemente concluiremos que lo más importante es abrir el accionariado de manera activa, convencida a todos los trabajadores, con la intención de consensuar el futuro de la empresa de manera compartida.
    Porque ese aspecto es el que se suele olvidar. Poco se puede compartir de un proyecto en el que una de las partes quiere conservar el poder exclusivo y excluyente. Estamos en 2019 y si somos coherentes tenemos que incorpora a todos al proyecto. Pero honestamente y totalmente.
    No con esa frase: «estamos todos en el mismo barco»; y acto seguido decidir que algunos tienen que «desembarcar» por la fuerza.

  2. Estimado Antonio:

    El individualismo es contrario a la participación. La democracia cuyo fin es la participación a sembrado el indidualismo, hay individualismo en los paises, en las comunidades, en la empresas y en las propias familias. En esta ausencia de «unidad» se perficibe con claridad la decadencia y la incapacidad para resolver con rápidez los grandes problemas del mundo, en particular la violencia y la pobreza. Si bien la ciencia y la tecnología sigue en su desarrollo exponencial, el individualismo desaprovecha su potencial y dejamos de acometer proyectos importantes que extiendan el bien común a nivel mundial así como trabajar en proyectos claves para la humanidad como la reducción del riesgo de desastres «RRD». Saludos

  3. Cuando los sistemas numéricos disminuyen su actividad común ocurre lo que en física se llama temperatura negativa y el resultado es la desintegración del sistema. Se da por un excesivo incremento del desorden (le llaman entropía) para la misma energía interna. Pero es peor cuando la energía disminuye (lo que en mi libro llamo menor actividad económica). Las matemáticas del asunto se deben a la cuantificación a través de un sistema de precios como es el caso de la economía social. Es algo así como el desorden marginal (se puede ver en internet buscando con las palabras mecánica estadística). Es muy buen ejercicio matemático

Comments are closed.