La importancia de los mandos intermedios (II)

Continúo aquí la reflexión que empecé en una entrada anterior sobre la importancia de los mandos intermedios, ese amplio conjunto de hombres y mujeres que en los organizaciones medianas, grandes y aun mastodónticas ocupan posiciones intermedias en la cadena de mando y responsabilidad. Decía de ellos que son la primera línea de defensa de la organización, no solo en los aspectos técnicos y económicos, sino, también en los éticos. Por eso pedía para ellos una actitud proactiva ante los temas éticos. Y esto tiene algunas implicaciones, que aquí quiero señalar, sin demasiado orden:

  • Los problemas éticos no son los problemas de compliance, de cumplimiento normativo. La compliance es algo que hay que hacer, lo quieras o no. La ética hay que querer hacerla, porque la solución no siempre es obvia, y porque la ética va de los «porqués» de las cosas.
  • Los mandos intermedios son el enlace del empleado con la dirección. Por tanto, ellos son los primeros que reflejan la calidad moral de la institución, más allá de la declaración de misión y de los discursos del CEO. El juicio del empleado sobre la ética de su empresa empieza en la persona de su mando inmediato.
  • La empresa debe formar a sus mandos intermedios para que identifiquen los problemas éticos, tengan los criterios para solucionarlos y conozcan las razones de fondo que presiden esos criterios (que no se resuelven con la respuesta de que «el código ético prohíbe esto»).
  • Los mandos intermedios debe ir creando una cultura ética, que es la que permeará las relaciones con sus subordinados: deben tener «nariz ética» para detectar lo que no huela bien. Y, lógicamente, deben disponer de canales para elevar las cuestiones a los directivos de mayor nivel, para poder discutir las decisiones que no les parezcan adecuadas, para recibir consejo, apoyo y ánimo. Un directivo intermedio abandonado a su suerte lo pasará muy mal, salvo que tenga una categoría ética muy sólida.
  • Por tanto, los mandos intermedios deben recibir formación ética que, siempre que sea posible, debe apoyarse en sus propias experiencias, las de sus colegas y las de sus subordinados.
  • Y feed back, primero de su jefe inmediato. Y luego de alguien con responsabilidad más directa en los temas éticos en la empresa.
  • Por tanto, los mandos intermedios deben asumir su responsabilidad en la marcha ética de la empresa. Con toda la comprensión y el cariño que necesiten. Pero diciéndoles claramente: esta es tu responsabilidad.

Si se pone en marcha esto, la empresa, aunque sea grande, diversificada, multiétnica, multicultural y globalizada, será cada día más una comunidad de personas. Y todos en ella estarán orgullosos de pertenecer a esa comunidad.

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